sábado, diciembre 01, 2007

Naguke y el Guerrero

Primer relato.

Hubo una vez en un país distante, de costumbres diferentes y gente diferente, un joven de nombre Naguke, que deseaba ser el más grande y recordado guerrero de la historia. Tenía 8 hermanos, y de todos, el era más hábil en el combate, y por eso su padre lo envió a que aprendiera con el mismo maestro con quien él había aprendido. Este hombre era conocido como el mejor guerrero que existiera en esa época, famoso por derrotar a cien hombres en una batalla sin recibir ni un golpe, aunque algunos pensaban que esto sólo era una leyenda.
Naguke fue bien recibido por su maestro, y durante varios años fue sometido a un entrenamiento extenuante, al cual poca gente podría sobrevivir, y con el pasar de los años Naguke demostró ser un alumno incluso superior a su padre. Fue entonces cuando le solicitó a su maestro permiso para poder viajar en el mundo en busca de gloria, vencer a gente fuerte y ser recordado. Al maestro esa petición no le gusto mucho y con una expresión severa le dijo que aún no demostraba ser lo suficientemente maduro para eso. Naguke insistió varias semanas con el asunto, hasta que una noche el maestro lo citó en el templo de la escuela y le dijo:

-Naguke, eres fuerte. ¿Cuán fuerte?

- No lo sé.

- ¿Realmente quieres ser el mejor guerrero?

- Sí.

-¿Por qué?

-….

- ¿Qué es lo que buscas?

- No estoy seguro, pero lo tengo que descubrir allá afuera.

- ¿Crees ser mejor que yo para irte?

Con el sumo respeto que Naguke tenía por su maestro, respondió:
- No aún. Usted es el mejor, todos lo saben, y aunque no crea estar muy lejos de su fuerza, si no salgo a enfrentarme nunca podré alcanzarlo o superarlo.
El maestro le dio la espalda y dijo:
- Realmente eres muy fuerte. Casi tan fuerte como yo. Pero te equivocas… hay un guerrero que realmente es muy superior a mí. Hasta aseguraría que nunca hubo nadie que se le compare.
- Pero maestro, eso es imposible, todos saben que usted solo venció a cien hombres sin recibir ni un golpe en una batalla. Nadie tiene tanta destreza.
- Te equivocas. Hay alguien que entrené hace más de 30 años, su nombre es Gaklas y es el mejor guerrero que hay. Yo nunca osaría tocarlo. Tienes que aprender de él si quieres ser el mejor.
- ¿Cuando podré partir?

- Ahora.

- ¡Pero esto es muy repentino!

Sacando una carta de su sotana, el maestro dijo:
- Tú me lo pediste y ahí lo tienes. Con esta carta podrás encontrarlo. Ahora tengo que pedirte que dejes esta casa.
- Pero maestro, ¿por qué?
- Ya no eres mi alumno, ya no quiero volver a verte aquí.

Con una gran tristeza Naguke se retiró. No podía creer que la persona a la que más admiraba lo había ahuyentado de él y ahora le pedía que aprendiera de alguien más.

Estaba muy herido en el fondo y no sabia si algún día volvería ahí.
Pero Naguke ignoraba que también su Maestro estaba sumamente herido, tanto que lloró, algo que nunca le había pasado desde su niñez, pero sabía que hacía lo correcto. No había nada más que él pudiera enseñarle y Gaklas le enseñaría algo que él apenas podía entender.
Al dejar la casa, Naguke leyó la carta. Tenía una sola instrucción: debía ir a ver a un criado que trabajaba a los pies de la montaña silenciosa. Ahí el hombre le diría exactamente dónde encontrar a Gaklas.
Y así, con el corazón lleno de emoción, partió en busca de su nuevo maestro que le ayudaría a completar su entrenamiento para convertirse en un guerrero.

Segundo relato

La tarde estaba nublada, y no parecía que el tiempo tuviera intención de cambiar. La montaña silenciosa estaba a solo un día de caminata de donde Naguke se encontraba. Pero el cansancio crecía y la panza le rugía, y Naguke sabía que aquella zona no era muy segura para andar transitando, y eso le preocupaba, no por miedo a morir, sino porque no se sentía en óptimas condiciones, y además comenzaba a levantarse una neblina que empezaba a dificultar la visión del camino. Decidió frenar y hacerse a un lado del mismo, refugiándose en un árbol hueco que daba al lado contrario del camino. Se sentó para descansar y mientras respiraba profundamente, sintiendo el olor de la madera húmeda que le relajaba, Naguke se quedó profundamente dormido.
Ya no sabía cuánto tiempo había pasado, seguía siendo de día, y aparentemente (sin que él se hubiera dado cuenta) había llovido. Salió del hueco y decidió seguir su camino. La neblina no se había disipado aún y al incorporarse el camino vio unas pisadas en dirección a donde él se dirigía. Decidió entonces seguir, y de vez en cuando ojeaba las pisadas. No hacía mucho alguien había pasado. Eran pisadas medianas, como de un joven o un hombre, pero no de un guerrero. De repente las pisadas se multiplicaban, de hecho, varias se incorporaban desde los costados del camino y se unían. Eran pisadas más grandes y profundas, y una de ellas tenía un signo extraño en la suela, y a medida que avanzaban la pisadas se hacían más separadas, como si la primera persona hubiera empezado a correr. El corazón le dio un salto y al seguir el camino, vio que las pisadas se habían mezclado, y la tierra del suelo había sido removida. Había sangre en el piso, y todo indicaba que ahí la pobre persona había sido atacada. Un rastro de sangre largo se dirigía hacia afuera del camino y Naguke decidió seguirlo. El corazón le latía fuerte. Tenía miedo y quería saber qué había pasado, y al llegar a un árbol manchado de sangre encontró a un hombre, atado por los extremos al árbol (como crucificado). El hombre tenía una herida en la parte inferior de las costillas y había perdido mucha sangre, pero todavía seguía vivo. Naguke cortó las cuerdas con cuidado para que el hombre no cayera al piso, y al liberarlo, lo recostó.
- Señor, ¿qué le sucedió?
Con mucha dificultad el hombre dijo:
- E-eran tres h-hombres. Apa-parecieron desde at-tras y me ataca-caron sin motivo. M-me torturaron y me traj-jeron acá.
- Señor, no se preocupe, va a estar bien...- Naguke sabía que no era verdad pero no quería desanimar al hombre.
- N-no, ya es mi fin. Y-yo so-sólo quería ver a mi hij-ja… - El hombre lo miró a los ojos y dijo - ¿Co-cómo te llamas?
- Naguke, señor.
- Naguke, tú le dirás que y-yo sólo quería decirle que me perdonase y que nunca la dejé de am... amar.
Con una profunda tristeza Naguke asintió y el hombre agregó:
- D-dale esto. La encontrarás en Koroshita, en u-u-una posada. Y dile que la am... que la amm-o.
El hombre dejó de respirar y cerró los ojos. Naguke no podía creerlo. Nunca había visto morir a nadie. Si él quería ser un guerrero invencible tendría que acostumbrarse a ver esto. Decidió que no lloraría y que cumpliría con lo que el hombre le pidió.
Después de enterrarlo bajo muchas piedras, Naguke siguió entonces su camino. Koroshita quedaba de paso hacia la montaña solitaria, así que no sería mucho problema hacerle el favor y decirle a su hija lo que le pidió el padre y entregarle aquella cajita que el padre le dejó.
Y así siguió su viaje hasta Koroshita, habiendo visto por primera vez a un hombre morir y cómo el mundo era cruel con el primero que cruzara el camino.

2 comentarios:

Franchi dijo...

Yo tengo una duda...
¿Naguke participó en algún jueguito japonés estilo "Street Fighter 5"?
Por otro lado, buen cuento, Tano. Un estilo muy tuyo.

Facu dijo...

una cosa quiero decir: cuando hacer que el hombre crucificado habla entre cortado, por lo menos a mi me chocó y me dificulto la lectura esa forma de esribirlo con guiones, asi tan textual. Yo creo que quiza con decir "y entre cortado le dijo"
"con sus ultimas fuerzas"
"Apenas pudiendo hablar"
"Como pollo atragantado, cacareo sus ultimas giladas"jejeje

y asi facilitarias la forma de leer ya que nuestras pequeñas cabesillas se imaginan que una persona crucificada no habla como Pinti en uno de sus monologos!

Tambien fijate algunas repeticiones de palabras

fuera de eso
me gusto, a pesar de que la tematica no es de mis favoritas (creo que se nota un parecido entre vos e ignacio)
y por ahora nada mas

sin mas

facu
la sociedad de los apestan a muerto