sábado, mayo 31, 2008

107



Si conociera tu nombre,

sin dudarlo un segundo,

te lo dedicaria”








El transporte público en la ciudad de Buenos Aires complica más de lo que soluciona. Las vidas se ven interceptadas por viejas carrocerías que detienen el paso de cualquier peatón en una simple senda peatonal, retrasan los destinos mas dispares e impiden que las vidas lleguen a cumplir todos sus objetivos. Los colectivos son un caso en especial, por lo menos para mí. Con el tren poco tengo que ver, mas que algunos viajes a La Plata que, por la poca regularidad, van cargados de una fantasía que se mezcla con el aire fresco del campo y el río y me hace olvidar los asientos incómodos, las mas de 2 horas de viajes, el frío o la tristeza. Los taxis no me gustan, los evito. Los siento como cápsulas para encerrararse por 20 minutos y 20 pesos. No encuentro satisfacción alguna en las conversaciones con los taxistas, no me interesa hablar de política, de fútbol, ni hacerle oídos sordos a las historias de los familiares del chofer. Al subte no le tengo fobia, al contrario. La magia de andar bajo tierra como lo haría un topo, la humedad, las puertas, las estaciones vacías y los vagones de madera, pero sin embargo me aburren, no hay paisajes, soles ni felicidades, solo oscuridad. Por todo esto suelo elegir los colectivos que, como enormes orugas, recorren la ciudad por sus mas superficiales entrañas. Los hay de todo tipo, nuevos, viejos, largos, cortos, iluminados, oscuros, cómodos, incómodos, cuidados, rotos, y así podría seguir toda la noche.

Prometen mil recorridos, mil ramales distintos que llevan a diferentes esperanzas, pasando por ricos y pobres, paseándonos por las más diferentes realidades.
Inevitablemente todas las mañanas me acerco a la parada. Para matar el tiempo de demora incorregible de las unidades desarrollé muchos juegos de diversas índoles: Sumo los números de línea, unidad, patente, de algún otro que pase, y si sale par, pago con monedas, si no, con billetes. Lo se, no es entretenido, pero en estos días de junio, que el frío aprieta mas de lo que hacen mis manos para combatirlo, es preferible pensar en otras cosas. También puede ser que intente contar cuantos taxis vacíos pasan por la esquina y que, tranquilamente, a cambio de unos pesos, me llevarían a la facultad en mucho menos tiempo. Otras atracciones de la espera son leer las letras pequeñas de los anuncios publicitarios, analizar a la gente de la cola, y otras más espontáneas que surgen ante el emergente aburrimiento.

Hoy no fue la excepción.

9:06AM. La parada, llena como siempre. La cola superaba el árbol, y se perdía en la esquina, mezclándose con los transeúntes de la avenida. El invierno hoy se presento ante nuestras narices y no alcanzaron las bufandas para tapar angustias y mocos pero, sin embargo, el sol brillaba explosivamente dorado. Suenan dos voces con acento español en mis oídos, o que por lo menos intentan serlo a pesar de su propia globalización. Pasa un colectivo lleno. Las manos duelen, el café no se calentó lo suficiente y mucho menos lo hizo conmigo, la clase seguro ya empezó. Otro colectivo lleno. Cambia el tema, ahora canta el de voz mas refinada, pasa un te con leche por al lado seguido constantemente del mozo receloso que lo persigue. La fila sigue creciendo y el descontento de quienes la integran también, yo ya me olvidé. Frena la unidad 636, capicúa, buena suerte para la clase de hoy, olvidando de que mi boleto termina en 1717.

Me siento a pesar del cartel celeste, embarazadas, ancianos, discapacitados, etc., etc., etc. igualmente me gusta sentirme indultado, llevo muchas cosas, quizás cojee cuando baje, o simplemente, ante las miradas acusadoras, me pare y me agarre firmemente al caño mientras miro las publicidades del techo, para ocultar mi enojo por deber ceder mi asiento.

El Coche no se lleno, todavía queda espacio entre las personas, pero arranco y se aleja de la fila que insulta con rabia al chofer y a toda su ascendencia. Cierro los ojos. Suena una guitarra, un piano y algunas palabras le recuerdan a una mujer que ¨de sobra sabe que es la primera y que por ella daría la vida entera...¨ Mientras, miro alrededor, la gente sentada, la gente parada, la gente, la gente, y ella.

Me miraba, ella me miraba. ¨Porque una casa sin ti es una emboscada¨ y yo no podía, ni siquiera pestañear. Respire. Simulando que miraba algo, cualquier cosa que estaba cerca de ella, moví la cabeza. Pero no, era imposible, mis ojos no mentirían como me lo hacia a mi mismo. Nada, nada que estuviera cerca suyo podía tener importancia, ni el mismísimo Sagrado Corazón de Jesús me importaría, porque, por vida podría volarse por la ventanilla que no dejaría de verla mirándome. El colectivo se detiene en el paso a nivel, el mundo se detiene ante un tren y yo me detenía ante ella, no podía romper la barrera, los dos metros, las tres personas, los mil suspiros que había entre medio, y ¨cena con velitas para dos, siempre es con otra mi amor, nunca contigo¨ ¿Por que?, quiero acercarme pero no me responde cuerpo, y mientras, tiempo se deshizo y tu mirada eliminó a todos. Ya no importaba que pasaba o que no, el sol pintaba el frío, la ciudad sonreía y yo también.







Una trilogia

Tres texos: Este que acá publico,


aca hay otro :..:...::.:.:
:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;;^¨:;:;_¨¨:;::¨;:¨; y aca esta el tercero
. *^PP`p^:_:::::_:_:_:P¨P:_P^^*:**:::*:*:*:*:*:**:*:*:*:*








miércoles, mayo 28, 2008

Irrealidades

Para romper mi silencio prolongado. Tambien yo aclaro, lo acabo de terminar, no lo lei mucho, ergo, es un borrador que tendré que revisar


La hora del crepúsculo. Sin lluvia, sin nubes, pero una tarde lángida. No me esperaban (allí donde me esperaban) sino hasta después de un rato, así que decidí hacer tiempo deambulando por aquella área (familiar y desconocida) que rodea las vías del tren en el que viajaba, a pocos kilómetros de mi ciudad.

Mis primeros pasos me llevaron por las calles principales, llenas de colorido, bullicio y banalidades; ya las había recorrido infinidad de veces y en mi interior las despreciaba. Me interné entonces a través de un cúmulo de callejuelas. Tiempo después habría de lamentar esa decisión nefasta...

Tiempo. Precisamente la primera sensación que me asaltó fue esa, que el tiempo no reinaba sobre aquel lugar.

Miento. Mi primera sensación, mientras contemplaba la belleza arquitectónica, fue la sorpresa. ¿Acaso una zona de tanta alcurnia, donde se codeaba la alta sociedad, podía permitir que la Oscuridad, prepotente Señora, reinase tan imperturbada? No, miento de nuevo. “¡Qué poca luz!”, pensé más bien. Noches más oscuras he visto, sí, pero allí las tinieblas lloraban de soledad y desesperanza.

Como un vulgar turista, caminé distraído, atento a lo que me rodeaba (extraña paradoja). Pronto me di cuenta que objetivamente, esa zona debió haber sido hermosa. Magníficas casas (no con la majestuosidad fría de las suntuosas mansiones, sino con una calidez acogedora), vegetación cuidada, atención al detalle. Por razones que nunca entenderé, mi ánimo no se regocijaba en tales delicias. Espléndidos enrejados, obra de algún herrero con espíritu artístico, se convertían en mi mente en los aterradores barrotes de alguna prisión infernal. Alegres juegos de luces coloridas; trasformados en sombrías proyecciones. Cada uno de esos hogares era un escenario perfecto para alguna desquiciante película de terror.

Insisto, todo aquello mereció haber sido una lograda obra de un gran artista; pero era una obra que nadie admiraba. No encontré un solo ser vivo en todo mi recorrido, deambulaba libre de perturbaciones cual si paseara por un gigantesco mausoleo. Ciudad maldita, la llamé (con gran originalidad) en mi corazón.

Al poco tiempo, me asaltó una sensación de angustia, de frio temor. No era miedo a la muerte, bien sabía que nada había allí que pudiese dañarme. Era algo completamente distinto, que no había conocido en mi vida. Era temor a la vida. En aquel lugar, uno sentía miedo a seguir viviendo. Para aquel entonces, mi mente racional ya no gobernaba sobre mi ser.

Me encontraron, horas después, caminando sin rumbo, contándome a mí mismo historias de lugares maldecidos.

El alivio que sentí al ver la estación fue indescriptible. Huir, huir de aquella tierra maldita. “Blissful oblivion, embrace me”, me escuché decir. Dejé que el suave traqueteo del tren me adormeciera, para así despertar de esa pesadilla.



Este textito pedorro surgió de un improbability drive que hice por Martinez, hace poquito, una de esas veces que no te alcanza el tiempo para volver a tu casa y te sobra para ir directo a donde tengas que ir. Algunas sensaciones al caminar por ese barrio tan lindo de día, tan feo de noche, inspiraron este cuento. Aclaro por las dudas, la única parte autoreferencial es eso de que "caminé sin rumbo, contándome a mí mismo historias de lugares maldecidos", o en otras palabras, un improbability en el que iba pensando este cuentito. Lo demás esta ficcionalizado (obviamente). Facu, el que posteaba en verde era yo, ladrón! jaja vos posteabas en verde azulado.

jueves, mayo 22, 2008

Y cuando llegó volando el paño

Buscaba yo un algo, un sueño indefinible que no alcanzaba a entender. ¿Llega?
Esperé tanto este momento, preparando la guardia y puliendo el puñal, y me encuentro de golpe frente a él sin más arma que un facón roído y sucio...
¿Llega?
Esperé, esperé y esperé, deshilachándose el poncho de la esperanza que me cubría, triste abrigo tejido en lana de ilusiones, un tejido transparente, un tejido que dudo hoy si habrá existido jamás...
¿¿¿Llega???
Esperé y aún espero, ánimo presto pa'l combate, y así y todo, no sé bien a qué estoy esperando... sólo sé que buscan mis ojos cansados el horizonte, buscando en las pampas lejanas algún indicio del anónimo rival en la contienda, de esa voz amiga contra la que me batiré en duelo de amor y bravura... y nada, sólo el sol poniente que me lastima la vista escondido entre la bruma azul.
Y trajo el azar un paño volando.
Esperé tanto, y llegaste finalmente, voz amiga, cubierta por un manto de pies a cabeza que me impidió verte el rostro... sólo atinó mi mano trémula a dejar caer el vino del que se nutrían mis vuelos y a buscar desesperada el arma en la oscuridad. Así de rápido llegaste, brusca y fugaz en la noche, aún habiéndote anticipado un grito contra el silencio que sacudió mis cimientos. Y así como llegaste, te llevó de vuelta una brisa imperceptible...
Y ahora que llegó no atinan mis ojos a verlo.
Quiero verte, quiero que te quites el velo, pero no hay ya reclamo que valga, pues vanos son los gritos de quien reclama al vacío.
Llegar al potrero y, ¡minga que pateás para allá o para acá!, jugar de referí ciego...
Sólo espero hoy tu regreso, y esta vez espero alerta... esta vez es puñal y no facón lo que guardo en el cinto, y la única embriaguez que me urge es la del deseo de saberte.
Borracho de eso estoy nomás, tantas son mis ganas de batirme... borracho estoy nomás, que aún no sé con quién.


Creo muy necesario aclararlo, es un borrador de borradores...

lunes, mayo 19, 2008

Carta a Mariano

Lo malo que tiene este barrio es que los mejores jardines están enrejados, con guardias, paredones o perros. De ellos no se pueden cortar flores y eso no me gusta. Hoy salí, junto con la lluvia a mezclarme con el olor a tierra mojada y solo pude quedarme con una chiquita, blanca, que estaba en una esquina, rodeada de grandes plantas, pero sin quitarle distinción.

Cuando volví a casa decidí regalártela a vos, en agradecimiento por el caramelo que me diste antes de viajar, y las tres canciones que me cantaste al anochecer. Como no quería molestarte, ni que te des cuenta, te la escondí entre el pelo. ¿Revisaste? Se que sentiste nada mientras la ocultaba, soy muy sigiloso en lo que a esconder cosas se trata. En el poco pelo que me queda suelen perderse de todo, tenes que mover mucho la cabeza para que caiga todo lo que ahí se refugia. Capaz que caen cosas que te han dejado otros, mientras vos mirabas al cielo, siempre sonriente, cosa que nadie se animaría a interrumpir.

¿Y? ¿La encontraste? No te preocupes, ya se va a decidir a salir. ¡O quizá cuando te peines! es que son tan lindos los rulos, que esconden flores y no quieren peines, flores y muchas otras cosas. Si... Yo he llegado a sacar grandes cosas de entre mis pelos: Ramas y hojas son lo más usual, alguna vez un repollo, una bicicleta, un sueño ajeno, algunos globos y alguna vez se hizo un nido. Pero lo más interesante fue cuando descubrí que se asomaba un Hombre con bastón y bombín. Era alto, o por lo menos parecía, ya que no le podía ver las piernas, cara flaca, bigote, cachetes hundidos, ojos oscuros y palabras de diccionario viejo. En el primer instante frente al espejo nos dio miedo, nos miramos fijo a los ojos, pero sin palabras nos dimos la mano. Los primeros días me dolía bastante el cuello y las rodillas, pero entre las pocas conversaciones que tuvimos, me confesó su terrible miedo a las alturas y, por lo tanto, su imposibilidad de saltar.

Con el tiempo y la perpetua compañía, fuimos tomándonos confianza. Ahora sabíamos nuestros nombres, apellidos, historias y deseos. Me contó de sus viajes en grandes barcos y pequeños sueños. Sus estudios como medico, y la poca experiencia respecto al amor. Igualmente sobre lo que más le gustaba hablar siempre era de política. A pesar de que el era, se podría decir, de otra época, me escuchaba muy seriamente. Largas conversaciones a base de te y libros llenos de anotaciones alimentaban nuestra amistad por las tardes, cerca de la ventana que da al jardín. El se decía defensor de los preceptos del honorable Partido Autónomo Nacional y eso hacia muy buena combinación con su vestimenta. Yo no me proclamaba, ni ahora lo hago, por ninguna fuerza más que mis propias ideas. Igualmente discutíamos y chocaban nuestros ideales en cada esquina al tocar temas como las huelgas, los asentamientos de la periferia y los zapatos mal lustrados.

Una mañana, más temprano de lo habitual nos encontró camino a la biblioteca. Una discrepancia con respecto a los ideales del marxismo nos obligo a madrugar para consultar con las fuentes. El sol calentaba a pesar de estar en un avanzado otoño. Las hojas crujían bajo mis pies mientras el me abrazaba la cabeza. Decidimos caminar por la plaza. Los bancos verdes contrastando con el solado maltrecho siempre hacían de buen escenario para alguna charla. mientras caminaba, le contaba un sueño que tuve la noche anterior, en el que los dos éramos uno, un mismo cuerpo, un mismo bombín cuando de repente y por la poca atención que los funcionarios le prestan a las plazas que no son céntricas, me tropecé con una baldosa salida, y los dos caímos sobre el pasto del cantero al mismo tiempo que a el se le salio el bombín y el viento, con toda su astucia para jugar con quien menos lo espera, se lo voló y detrás de el salio mi querido hombre corriendo.

Siempre desee despedirme, porque a pesar de las diferencias, uno le toma cariño a lo que lleva en la cabeza por tanto tiempo. Fue difícil volver a acostumbrarme a vivir solo, a caminar solo, a almorzar solo. Es verdad, el cambio favoreció mi economía personal, la espalda ya no me dolía y nadie volcaría vino en mi frente cuando estornudaba durante la cena. Pero también lo entiendo, para un hombre es muy importante su sombrero, es una extensión de su cuerpo, si la cual no podría saludar a las muchachas en la plaza principal, actividad central para cualquier tardecita de pueblo.

Los años pasaron sin pena ni gloria. De la búsqueda desistí casi antes de comenzarla, al no encontrarle sentido alguno porque de por si, ¿quien podría entenderme al momento de preguntar por el paradero del hombre que habito entre mi pelo? El ultimo mes, viaje a mi ciudad para votar. Siempre me había abstenido presentando certificados de distancia, enfermedades raras o simplemente quedándome dormido. Pero en este último tiempo me interese más que nunca por la política. El padrón me dirigió a la Escuela nº8, y a una fila muy larga, que se enredaba con ella misma, convirtiéndose por momentos en un infinito, y en otros, en una única masa humana. Todos con su libreta en la mano, y cigarro entre los labios discutían sobre que lista aumentaría los salarios o cual estaba aliada a su sector social. Pero yo no podía seguir el hilo de ninguna voz, sobre todo en el momento en el que al fondo del pasillo vi un bombín negro, impecable, que salía del cuarto oscuro, mesa 5432, depositaba el sobre y se iba, lentamente se iba. No atine en moverme. Ya muchas veces me había pasado correr desesperadamente a desconocidos confundido por algo tan común como un sombrero. El presidente de mesa me llama la atención y me recuerda que vine a votar. Paso al cuarto oscuro. Al cerrar la puerta comencé lentamente a recorrer las boletas, una por una, leía el partido y los candidatos, así sucesivamente con cada partido, con cada cargo hasta que me detuve en una diferente. Solo eran 3 hojas de papel amarillento, escritas con perfecta caligrafía manuscrita, La sigla P.A.N. en la parte superior, con letras gruesas y negras y el nombre de mi amigo del Bombin debajo. Me sonreí, hasta puedo decir que me sonrojé. Sin dudarlo metí una copia en mi sobre y lo voté

Si no encontras la flor por estos días, me voy a arriesgar a pararme cerca del río, meter las manos en los bolsillos y dejar que se me vuele el sombrero para poder cortar alguna otra y mientras caminas por la plaza, sin que te des cuenta, te la voy a dejar en el bolsillo, para que te lo perfume y también a tu pañuelo con ese olorcito a té que tanto nos gusta.





Una idea que guarde de una charla con alguien que dista totalmente de mariano. Seguramente viaja este cuento con una mochila de errores que quiero descubrir pero estoy cansado para ponerme a corregir mas de lo poquito que hice.

Espero que este blog vuelva a funcionar como otras veces

hasta luego

jueves, mayo 08, 2008

Cuarta esquina del triángulo inconcluso

Pluma en mano suspiro los recodos de esta senda de papel y tinta y abro puertas.
Inhalo, exhalo, inhalo, vuelvo a inhalar. ¿Cuándo saldrá el aire de palabras? No lo saé, no hay forma de verlo; por ser aire es invisible, hasta que se empaña contra el papel. Y dicen que la humedad dura más que el soplo. Puede ser.
Lo recuerdo en el origen, letras sueltas y escrachadas. Un hilo conductor, la maestra de lengua y el cartucho azul lavable, que de vida se cargaba. Cosas sueltas e ingenuas, versos sutiles de una canción aún no compuesta. Un Nesquick mal hecho y unas galletitas de merienda y rayos catódicos bailando sin pena. Se agrupan los caballeros en derredor de la colina y esperan. Galopan con nerviosismo y sin rumbo fijo, de aquí para allá, de allá para aquí, las plumas de sus cascos envueltas en un halo de fantasía.
Primer recodo. Una mano amiga, palabras de aliento y una agenda sucia y raída. Adentro suyo se alternan ovaciones y burlas, y el dibujo escondido de un mafioso sonriente. Vuela el águila, se sacude la loca de la casa y amanecen las coplas inocentes. Romances, sonetos y juglares ingenuos acompañan a la brisa consistente, exhalada en alegrías, paz en frente y Rivadavia agotado de oficiar como local en el partido. Novel novela a punto de estrenarse. Hojas perdidas y rabia triste. Se extravió Bernardino; el águila herida seguirá volando.
Se forma el ejército, corazas relucientes de algodón. A la espera de órdenes, comienza el combate. Furioso destello de las lanzas y su rastro azul y negro. Un grito de desasosiego: trescientos sesenta y cinco soldados perecen sin dejar huellas.
Segundo recodo. Baja el águila su vuelo y se posa sobre esa mano extendida. Esa mano... esa Mano... el papel húmedo se empapa de sentido y flota con pereza en el viento. Lo veo transparente y tiemblo; lo toma la Mano, blancura que ningún blanco puede igualar, e invade el recinto vacío. Vuélvese una el águila con su naturaleza. Una herida en el pecho la impulsa a cantar esperanza en su travesía por el viento.
La dejó una flecha. La dejó una flecha a la herida, y corean los de paz soldados un grito de inguerra. No más duelos, no más puños cerrados ni brasas quemando pieles puras. Hoy se construye la esperanza. El CAPITÁN de las Mayúsculas, Sol Presente aún en tormenta fría y noche oscura, se hace brisa y clama vida para el mundo. Él colocó las letras magnas en nuestra Historia. Él quiere que nuestro cuento haga Mayúsculo al mundo. Son suyas nuestras armas: pluma y papel bajo sus pies, y una guitarra lejana; el ejército de los juglares canta huracanes de esperanza, embrisados en un suspiro contra la hoja.
Tercer recodo. No hay más línea por delante. Un desierto ambivalente y las rodillas mullidas me enfrentan al triángulo inconcluso. Tres recodos de una brisa, inhalar, inhalar, inhalar y olvidar bruscamente si respiro. Círculos redondos y cuadernos de gloria danzan como espejismos frente a mis ojos perdidos, esperando que los tome. Un grande mensaje que a la gente debes dar, escucho cantar a Fito en ese disco reeditado, dos mil años antiguo. El águila es ya vieja y su vuelo vacila... se pierde en la bruma y no se sabe más de ella. Llorarán por sus plumas y la enterrarán tristes silencios de ciudad, solos y olvidados por el mundo. En la punta de un monte, sin embargo, nace un pichón y canta al viento.
Hazme presente, noble ejército de ideas, dice el CAPITÁN posando su mano sobre su hombro. Renace la paz como un manantial que fluye sereno desde tierra adentro. Vuelan los juglares emplumados. Vuelan, mensajeros.
Inhalo un poco y exhalo mis memorias. Muerte y vida, vida y muerte, Vida que triunfa, siempre. Vuelve a correr el suspiro y se prepara la brisa. Atrinchérense y escuchen: intuyo que viene el viento...




Me agarró un flash inspirativo y lo puse en palabras, cosa que no me pasaba hacía mucho. Leyendo sobre la vida de Cortázar me impactó la idea de cómo la propia pluma va tomando recodos a través de nuestra Historia, y en el crecer de nuestro estilo van habiendo trayectos diferentes y únicos. Si lo notan medio fumado al cuento, es que está escrito muy metafóricamente. Es una crónica de mi relación con la escritura.
No en vano no termina con un punto final.

domingo, mayo 04, 2008

No es todo triunfo
y más de una vez hay caída
pero así y todo me sostienes
y me haces mirar el horizonte

No es algo que se alcance
sino algo hacia lo que se camina
y es caminando que se encuentra
el sentido de ésta nuestra vida
en Vos, con Vos, para Vos...

Y es en este nuevo sentido
en que hacia horizontes caminando
nos sabremos un día envueltos
en la bruma de lo intangible
en lo suave de lo inexpresable
en lo inconcebible del horizonte
al alcance de la mano.

La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Entonces, ¿para qué sirve la utopía?
Para eso, sirve para caminar
Eduardo Galeano

Hacía mucho que no subía nada, entre parciales, y esto, y aquello... hace rato no tengo tiempo de sentarme en serio a escribir. De todas formas recién salió esto. Sé que es bastante pobre, y tiene muuucho de copia ("intertextualidad" dirían otros) de lo citado abajo. Pero bueno, salió.
¡Ah! Igual vengo hace rato laburando un par de ideas más serias. Será cuestión de tener el rato para sentarme y escribirlas, y ahí sí creo que puedo mostrarles algún plato más suculento.

viernes, mayo 02, 2008












Siempre estuve muy seguro

de cual era mi sendero
mi choza y mi vida
nunca habite corazones extraños
no use teléfonos ajenos
ni mande cartas a remitentes no deseados
las estampillas no se adherían a mi lengua
ni el amor se negaba a mi puerta

[en un cambio de planes]
del lado de acá
tumpa tumpa
tumpa tumpa
es todo diferente
para tumba
las flores ya no sonríen
tumpa tumpa
tumpa tumpa
y mis ojos se cierran
del cansancio de esperar
para tumpa

[despues de ver que no me mirabas]

Cortar la cabeza del esclavo
alegrará a nuestro Dios
y su sangre regará
las almas del inframundo
¡ay por favor!
que linda canción
voy de tirar a la basura
porque no te la quiero cantar
no te la quiero
no te la quiero cantar

[toco un solo de trompeta]

un poco loco
loco
un poco rojo
rojo
un poco bobo
un poco de todo estoy
estoy
así por vos
es que estoy
porque hay algo
mio
que no esta
en vos

[volando sobre el mar]


¿lugar?
¿fuera de ahí?
¿existe la espacialidad?
¿existís?
fuera de vos
no existo

[se prende el televisor]

Explotá cabeza explotá
convertite en colores
en aire
en aromas
hacerme religión
música
oración
quiero
quiero
quiero
darte algo
de mi
quiero
quiero
quiero
que te quedes aca
a pesar
de que
nunca estuviste
nunca te fuiste
y nunca desayunamos
ese café lavado
que solíamos preparar
cuando tenia esa cocina blanca hospital
café de hospital
recuerdo
aguado
como tu cara
morena
como tu cara
canción
de cortas notas
y profundas melodías
días
que pasan
y resuenan
en mis oídos
y maltratan
mi corazón

[y se acerca el fin]

siempre me gustaron las historias
que en pocas páginas
contaban un mundo
vivan una vida
y tocaban una tonada
en un armónio
color azul
saltaban la soga las adolescentes
y los pibes fumaban
su primer cigarrillo
escondidos atras del arbol

que hace años se cansó
de hacer renacer sus hojas
que lindo olor
ronda por el aire
olor a calor
a sol
a verano
entre el verde del cielo
y el azul del mar
me voy
silbando tu nombre
pensando donde
¿dónde?
¿dónde?








Lo acabo de vomitar desde lo mas profundo de mi ser. Nació para formar parte de La Vaca del Tejado
otro lindo blog donde publico cosas que escribo y fotos. La consigna por la que surgió fué ¨tu lugar¨.
Es un lindo cruce de historias que en fin son una sola historia. A volar bajito tocando con la nariz el mar.