jueves, noviembre 20, 2008

Marea

Pierdo el rastro del olvido
c...Si es que rastro acaso tiene
u.............Como sangre de alce herido
a..............................Que en el bosque desvanece
n........................................................Una estela hacia la nada
d
o..................................................................................
Yo me olvido del olvido
e.....................................................................Fútil ola efervescente
n........................................Que a lo lejos se desploma
t...........................En lo incierto de olvidarse
i ...............Del haber querido algo
e...No tan claro en el presente
r
No tan claro, no en recuerdo
r....Lo que una vez yo quise
a............Por querer borrar a alguien
l...............................De la hoja que hoy suscribe
a........................................¿Qué buscaba, quién me aclara?
a............................................
¿Qué buscaba, quién me dice?
r
e................................................El agua que las borraba
n...........................De la arena, huellas hondas
a..........Vuelve y huye a su guarida
Quedas playa desolada
¿Lo buscaba?
¿Lo buscaba?


el mismo acto de olvidar...........................................¿Olvidarse de olvidar?

¿Qué buscaba?




Pinte y descubra...

jueves, noviembre 06, 2008

En un principio...

Presa de mi ensimismamiento, no reparé en él sino hasta que me dirigió la palabra, sobresaltandome. Al parecer mi ofuscación era extremadamente notoria. Estrujaba el enésimo intento cuando su voz me hizo saltar en el asiento. No lo había escuchado entrar al compartimiento:
- ¿La inspiración se niega a ayudarlo?
- Mmmmhhhmmm... - contesté con gran efusividad, una vez repuesto del sobresalto. Un compañero de viaje dispuesto a darme conversación era lo último que necesitaba para poder progresar con mi historia.
- Pruebe escribir con esto - dijo, ofreciendome una soberbia pluma de plata y marfil, su rostro vistiendo una sonrisa enigmática. Solo entonces lo miré por primera vez. No podría describirlo, no podría ni siquiera adivinar su edad. Sin embargo, la primera impresión habia sido acertada. Pocos adjetivos mejores para referirse a él que "enigmático". Era el misterio personificado.
Sin decir nada, acepté la pluma que me alcanzaba. Tal vez así lograra librarme de él.
Subitamente supe clara y detalladamente lo que debía escribir. Las palabras surgían por motus propio. La pluma emprendió una carrera enloquecida, cabalgando a lo largo y ancho de las hojas, impregnandolas con su triunfo.
De un tirón di vida a todo un universo. Héroes, guerreros, titanes y hechiceros desfilaron a lo largo de los capítulos. Me abstraje por completo del mundo que me rodeaba, concentradas todas mis fuerzas en poder sostener el ritmo desenfrenado que de mí demandaba el augusto instrumento. Mientras escribía tuve la certeza que aquello que brotaba con furia incontenible era una verdadera obra maestra, que trascendía todas mis capacidades y talentos. Jamás podría haber escrito ni jamás podré escribir nada así.
La tarde entera transcurrió sin que de ello fuese consciente. Me disponía a enfrentar el último capítulo de ese vástago de la inspiración repentina cuando la formación aminoró la marcha. Alcé la vista por vez primera desde que había emprendido mi tarea, solo para ver a mi misterioso acompañante de pie junto a la puerta del compartimiento, aún luciendo su particular sonreir, como si hubiera estado así contemplandome todo aquel tiempo. Musitó unas palabras que no recuerdo, recuperó su pluma y descendió en la estación, dejándome sin un final para mi historia.

jueves, octubre 23, 2008

Fisher

¿Quién te trajo acá, para que canturrees despreocupada bajo mis pies? Me grita el bocho que Leonardo, pero no deja de susurrarme con ternura el alma que fueron ellos dos, raíces de raíz, abuelos de acá y siempre. Ironía poética, de seguro; porque fue la mente de Leonardo la que te rescató del caos de lo no inventado y el corazón de mis abuelos el que nos permitió correr juntos.
Me siento al pie del sauce, te miro y escribo. Sonrío y escribo. Aún siento el viento en la cara, aunque todo este quieto alrededor. Aún las piernas en quieto movimiento.
Voy inquieto a la vera del camino y añoro el momento en que nuevamente descanse sobre tu espalda, moviéndose nuestras piernas y brazos entrelazados en un abrazo distante y sereno. Mano a mano nuestras manos, frías las tuyas hasta que las mías las calienten, duros tus pies hasta que los muevan los míos, confundidos en el susurro de la brisa que nosotros generamos al chocarnos con la nada, disfrutando el momento, saboreando el siempre, interrumpido cada tanto por tus suaves chasquidos.
¿Te lo dije, no? Vuelo, con vos vuelo, vuelo de una forma en que sin vos no podría volar, y sé que a vos te pasa lo mismo, que sola volar no podrías. Y al volar con vos vuela un poco también mi alma, revolotea y se acerca un poco más a su Fuente, y ya de la mano del CAPITÁN vuelven los pies a la tierra-más bien a unos centímetros de ella- y esperan el paso de las fieras de acero para poder reanudar nuestra marcha. Me da escalofríos el pensar en dejarte y verme devorado por una de ellas…
Pero no, no, eso no va a suceder. Crezco con vos, a la par de tu desgaste, pero sé que no me lo reprochás, porque así como me das alas, te doy yo mente, y eso permite el nado por este mar de verde y ruta… dejarte yo, nunca… ¡y que se atrevan a intentar arrancarte de mis brazos! Dos veces lo han intentado, y sin agresión de nuestra parte han debido rendirse. Es más fuerte nuestro vuelo, es más fuerte, más que la rabia y el enojo, más…
Oigo a alguien correr detrás nuestro… se acercan los pasos… qué dicha esto, vos y yo juntos… qu-

-¡Eh! ¡¡¡Pará!!!
Demasiado tarde. Cara había resultado su hora de ensueño. Descanso y poesía se confundían ahora con lo terrible de la pérdida.

¿Quién te arrebató de acá, para que se pierdan tus gritos desesperados a lo lejos? ¿Con qué cara presentarme a Leonardo ahora, con cuál a los nonos?
No lo puedo creer… robarte a vos, tan inofensiva…

Y ahí se va el otro, pedaleando furiosamente sobre su nueva adquisición.



Es un borrador, y creo que me gustaría darle más de una revisada... pero por lo menos en bruto quería compartírselos. Por ahí todavía es medio confuso. Ante la duda:
-"Fisher" en google.
-"Inventos de Leonardo", ídem.
Si algunos de los resultados se conectan, algo habrán encontrado...

lunes, octubre 20, 2008

Sin trabas para dar

¡Más! ¡Más! ¡Más!
¿Es que no acaba nunca la sorpresa?
¿Con cuánto más vas a maravillarme?
¿Cuánta luz quiere reflejar tu espejo?
¡Más!

¡Más, siempre más!
¡Más que cualquier palabra, siempre más!
¿No se te agota eso que irradiás?
¿Tanto regalás, y todavía...
todavía más?

Sin letras para decirlo, sólo más.
Más que las rimas, vos, qué más
Más, que lo que más rebosa
mi corazón encandilado
es más, más, de vos más.

Sobre la fascinación ante un alma buena... no sé si es muy bueno, pero surgió hace un rato y me pareció lindo postearlo (y darle algo de movimiento a esto). Igual tengo hace rato algo escrito que quiero subir y nunca lo pasé a la compu, apenas esté viene al blog...

martes, octubre 14, 2008

El Rodeo

Silencio redondo inunda mi alma,
deseos confusos vacían mi razón,
pierdo el aliento, pierdo el sentido,
pierdo acción y pierdo equilibrio.
Ansío lo natural como bestia mitológica,
mareado por sus rodeo y sus largas miradas,
y vacilando anhelo que mi cosmos la hipnotice
y entienda que sin su rostro mi alma no existe.
Eres musa de mis historias, de mis amores y por misterio
ante ti me trasformo, en una masa sin forma
que pierde identidad, y la duda es mi nombre,
y mi casa es el silencio, y mi fuga es el canto.
Mi paso es ascendente, tu presencia me cautiva
y te escondes entre extraños, y habla de lo absurdos
y abrumado enmudezco ante la negra duda
que asusta mi interior.
En las plazas del palacio te busco y no te encuentro,
y las danzas de este juego, que confunden mi conciencia,
me informan de tu ausencia, y mi pena es grande.
Termina la frialdad, la noche ya no es mi enemiga,
y de las palabras surgen seres de antaño,
que dormidos hace vidas, siembran cambios necesarios
en un jardín que pronto será mi Edén.


Me pinto una poesía para variar, porai no es lo mejor que me sale pero me gusto. Me inspiré un poco en los versos raros al estilo de "Luis Almirante Brown". Creo que expresa mucho de mi.

martes, septiembre 09, 2008

lado B

.·*











Y si a usted se le cayó la alegría
no pierda la esperanza
que algún día la encontrara
no faltara oportunidad
de un abrazo
que robe sonrisas
de un olorcito
a domingo al medio día
a familia
y este segura
que todos los días
vuelve a salir el sol
que las hamacas
no gritan de dolor
si no de la felicidad
de jugar junto a la niña
de trenzas de espigas
amarillas
como el oro de la pampa
Sepa
que la estaré esperando
con el mate en la mano
y un banquito a mis pies
para que charlemos un ratito
de como le fue
si todavía son posibles
nuestros amores de verano
la invitare a pasar
a mi casa
que huele a jazmines
que han sido cortados
pensando en usted.






lado A



.·*


















pequeñas historias que encontre y complete. Traen un poco de bruma de varios mares y recuerdos que nunca existieron. (Esta hecho en dos partes A y B)

miércoles, septiembre 03, 2008

Viva quietud

Murmullos que recorren
el aire atiborrado
murmullos que socorren
al pobre desahuciado
de una hiedra envolvente
que lo ahoga, una soga, lo droga
ese grito sofocante...
pero nace ahora triunfante
un silencio que habla todo.

¡Cómo mata al hombre el grito
y lo asfixia en su espesor!
Mas si calla en el remanso
más sereno de este río
brota suave y quieto un lirio
que fluye corriente abajo
y el silencio, fuerza viva
y el más puro de los cantos
nace, crece, vence al llanto...



y no hay viento que lo extinga.



Es lo quieto lo que arrasa
la vorágine te ahoga
la paz fuego que consume,
hondo mar con la faz calma

En buen criollo, un silencio (interior) vale más que mil palabras.

Salió durante una clase de Historia (escribir es una forma práctica de mantenerte despierto, cada tanto), y si bien es corto, le falta ser laburado un poco más y no sé si está muy bueno quería compartirlo... así arrancamos a postear un poco de vuelta...

martes, julio 29, 2008

Sinfonía de una búsqueda

Si, ya se, no respete los colores tradicionales, pero era necesario. Les recomiendo leer lo que sigue mientras escuchan Lost in Space o The Scarecrow, ambos de Avantasia, de acuerdo a que tan rápido lean. Yo lo hice mientras lo releía, quedó interesante.



Sentado bajo un árbol, a la orilla del rio, la mirada concentrada en el tablero. Este parecía ser un juego de ajedrez, pero era infinitamente más complejo. No era capaz de decir sin en todo aquel tiempo que llevaba jugando había disputado una sola partida o varias.


Entonces, mis hombres aparecerán desde las orillas del bosque, cargando ferozmente contra las puertas de la ciudad, que no podrán resistir el ímpetu del asalto, y vencidas franquearan el paso a mis valientes. Y yo, capitán victorioso, hallaré en la torre lo que tanto busqué…

Pero no, no estoy narrando la historia como corresponde. Debería empezar por el principio.

Debo decir entonces que hace diecinueve años fui coronado rey de este mundo. Durante mi reinado estas tierras han visto tiempos difíciles, pero siempre hemos logrado sobrellevarlos. Ahora bien, el comienzo de esta historia se remonta a algunos años atrás, o tal vez, el problema existió desde siempre y yo solo lo entendí por aquel entonces. Poco importa, la cuestión es que mi reino está sumido en la oscuridad. No una oscuridad impenetrable y desesperanzadora, tangible, sino más bien la oscuridad que no es más que la falta de una luz intensa que se anime a espantarla, aquella que reina en la hora que precede al alba.

No, definitivamente no nací para narrar historias. No creo estar explicándome con claridad. Haré lo que pueda de acá en más. Prosigo: tan pronto como descubrí el mal que se extendía por mi querido mundo, supe también cual era la solución. Los profetas de mi corte extendieron su veredicto: debía encontrar una joya digna de mi reino (nada supieron detallar de su naturaleza), y cuando esta brillase altiva, engarzada en mi cetro, las sombras perecerían.


Las reglas se asemejaban a las del milenario juego, pero no eran las mismas. Su objetivo era conquistar la reina rival, y fichas perdidas podían ser recuperadas, dadas las circunstancias.


Así comenzó mi gran búsqueda. Por los confines más alejados de mis dominios, y fuera de ellos, en parajes recónditos, busqué y busqué. Muchas veces fui engañado y creí estar cerca de encontrar lo que anhelaba, o al menos saber donde se hallaba. Todo lo que por aquel entonces consideré grandes aventuras resultaron ser, a la luz de los eventos posteriores, un prefacio ingenuo de lo que tendría lugar más tarde.

Finalmente, una noche se me reveló en sueños que una esmeralda soberbia era custodiada celosamente en una fortaleza en el inhóspito Norte, el anhelado Norte. Hacía allí conduje mi ejército, hasta el extremo septentrional del mundo conocido.

Los reportes de mis exploradores afirmaban que el reducto era pequeño, pero extremadamente bien defendido. Al llegar comprobé que estaban equivocados: la plaza era prácticamente inexpugnable. Decidí no obstante asaltarla, pero no siendo un hábil general, mis órdenes fueron dubitativas, nuestros ataques timoratos. Nuestra falta de ímpetu, sin embargo, fue un factor a nuestro favor: demoramos nuestra inevitable derrota, y el asedio, que a ojos de muchos se prolongó por una eternidad, se mantuvo en pie por espacio de dos años. No hubo grandes batallas ni enfrentamientos frontales.


En un principio, solo comprometió en el ataque a sus peones, haciéndolos avanzar tímidamente. No hacía grandes progresos, pero tampoco asumía riesgos. Así se desarrolló el enfrentamiento por interminables horas.


En el ínterin, cuando nuestro patético asalto sobrevivía aún, con fútiles victorias, recibí una invitación: una pequeña aldea decía poseer lo que yo deseaba y me instaba a ir a buscarlo. Ebrio de ansiedad, olvidé nuestra ofensiva y guíe un grupo pequeño hasta el poblado. Las puertas se abrieron a mi paso, solo para cerrarse a mis espaldas poco después. Había sido vilmente traicionado, y mis enemigos cayeron sobre mí.


Súbitamente, decidió intentar un lance arriesgado, y movió rápidamente su alfil, que, orgullosamente erguido, amenazó el flanco rival. La siguiente movida de su rival le demostró que había sido un error. Jaque.


A duras penas mis tropas me salvaron del desastre, y me transportaron, herido de muchas heridas, hasta nuestro campamento en el norte. Allí, mientras sanaba lentamente, comandé una vez más el eterno ataque sin alma, y decidí que el poblado traicionero debía ser condenado al olvido.


Necesitó muchas movidas para recuperarse de su desliz. Cuando finalmente logró retornar a una posición equilibrada, continuó con su lenta carga con sus peones. El fracaso de su anterior intento lo hacía dudar.


En esa segunda etapa de nuestro ataque sobre la fortaleza nórdica, realizamos hazañas dignas de ser cantadas por bardos de tiempos por venir. A decir verdad, nuestra ofensiva no fue más decidida y realizamos pocas excursiones, pero el mero hecho de sobrevivir todo aquel tiempo, cuando nuestras chances de triunfar eran nulas, merece ser recordado.

Eventualmente, el día inexorable de nuestra derrota llegó, y ordené la retirada a quienes aún sobrevivían. No les reproché que festejaran.


Lenta, muy lentamente, fue entendiendo que esa línea de acción no lo acercaría a la victoria, y fue reuniendo el aplomo necesario para intentar un ataque por otro frente.


En el largo camino de regreso, siempre atentos de encontrar noticias de alguna otra joya comparable a la que no habíamos logrado conseguir, se fueron sumando a nuestras diezmadas filas muchos hombres, aunque no tantos como habían perecido ante el invencible fuerte.

Algunos meses después, fueron llegando a mis oídos crecientes rumores de la posible existencia de una alhaja exquisita, en una ciudad aliada del Oeste. Irónicamente, esa misma ciudad había enviado mensajeros, mientras aquella nefasta excursión al poblado traicionero, expresando que deseaban ser parte de mi Imperio. Ocupado (y herido, luego) como lo estaba, no fui capaz de dar una respuesta positiva, y menos aún de hacerme presente en la ciudad para tomar posesión, como se esperaba de mí.

Permanecieron como aliados nuestros, pero al llegar a sus puertas, pretendiendo ahora sí reclamarla para mi Corona, entendí que la oferta ya no estaba en pie. Sintiéndose despreciados, habían buscado la protección de otros feudos. A los pies de la muralla acampaban las huestes de un joven general, que aunque lejos se encontraba de estar a mi altura, era un obstáculo más a la hora de batallar.

Resuelto esta vez sí a combatir con decisión, formé mi ejército de réplicas de mí mismo. Mis hombres (no tan numerosos como antes pero más experimentados y curtidos) contemplaban la ciudad con orgullo y codicia mientras pasaba revista de mis filas. Desplegué todo mi arsenal de hechizos y colores, y a la cabeza de mis batallones comandé la gran batalla.

En un primer momento, pareció que la celosa defensa de las fuerzas del joven general prevalecería. Pero pronto el cerco de puntiagudas lanzas fue quebrado, y mis guerreros aplastaron las filas del pobre imbécil.

La balanza se inclinaba en apariencia a nuestro favor, y por primera vez la victoria se mostraba cercana. Las olas de la batalla me empujaron contra las puertas. Creí ser capaz de proyectarlas al olvido con un potente hechizo, y demasiado pronto revelé mi secreto más protegido.


Abrió su flanco izquierdo, dejando que su otro alfil se deslizase ágil por las casillas. Hizo avanzar a su Rey. Una torre menos para su rival. Jaque.


El contra hechizo fue terrible. Pulverizó impiadosamente todas mis tropas y yo caí como muerto al pie de las puertas que no habrían de abrirse.

Yací malherido perdiendo noción del tiempo. Días, tal vez semanas, se sucedieron sin que pudiese moverme. Cuando pude levantarme al fin, me alejé rengueando cabizbajo de aquel lugar. En una fugaz visión, había entendido que los rumores eran infundados.

Pronto entendí también que de alguna manera la violenta magia había afectado mis ojos. No percibía las cosas como antes y me costaba apreciar lo bello, como si un velo nublase mi visión.


Pero como si tantas jugadas prudentes hubiesen acumulado ansiedad en su interior, su ataque ahora había sido demasiado precipitado. El alfil cayó destrozado por la reina rival, la balanza se daba vuelta y ahora el jaque pesaba sobre el ejército propio.


Deambulé sin preocuparme por el rumbo por aquellos parajes occidentales y a medida que iba sanando me acompañaban en mi camino más y más guerreros. Arribé con una gran fuerza a una ciudadela bonita y sencilla que, para mi sorpresa, no conocía, a pesar de que las tierras occidentales no solían tener secretos para mí. El camino en aquellos lugares se abría paso a través del bosque a base de contradicciones e, indeciso, daba uno y mil rodeos. Así, aunque habíamos peregrinado por varios meses, sospechaba que, a vuelo de cuervo, aquella ciudadela no distaba mucho del emplazamiento de mi última derrota.

Cuando aún no estábamos a tiro de piedra de las murallas, a través de las arboles vi una suave luz, a través de una ventana de la torre.


Solo él supo siempre de donde provenía. Aquella noche de domingo la vio caer en silencio desde el firmamento. Difícil es decir como reparó en su caída, tan discreta y elegante como fue.

Al tocar tierra sus ojos lo encontraron, y con una sonrisa única pareció invitarlo a seguirla. Intentó con todas sus fuerzas rechazar esa invitación. La sensatez le decía que era peligroso aceptar.

Vanos, vanos en verdad fueron sus esfuerzos. Una fuerza abrumadoramente más poderosa que su voluntad parecía arrastrarlo hacia ella, y debió contentarse con refrenar sus pasos, tratar de avanzar con prudencia.


Acampamos bajo el refugio de los últimos arboles del bosque. Algo en esa ciudadela despertaba mi curiosidad, y decidí que aquel sería tan buen lugar como cualquier otro para recuperar mis fuerzas y esperar novedades. Con ese último fin envié espías a todos los puntos cardinales.

Esperé algunas semanas su regreso, y mientras tanto fui conociendo los secretos de aquella plaza. Supe pronto que estaba gobernada por una bellísima dama, a quien solo veía cuando salía a saludar, una o dos veces, cada fase de la luna. Cada vez que lo hacía sentía por ella una simpatía mayor.


La persecución se prolongó semanas tras días. Sus primeros pasos fueron lentos y dubitativos. Atravesaron una simpática pradera verde, similar a tantas otras que había recorrido, y aún así diferente. Algo intangible la hacía única, pero era tan sutil la diferencia que solo reparó en ella al volver la vista atrás, tiempo más tarde.

Mientras recorrían ese tramo del camino el aún creía ser capaz de contener la fuerza que le arrastraba, y pensaba también que la razón de su travesía se encontraba en la mera curiosidad. Ella, a veces cercana, a veces distante, caminaba ingrávida, libre de preocupaciones, casi ajena a lo que la rodeaba. Cuando ocasionalmente se daba vuelta y lo veía, parecía sorprenderse, y lo alentaba a seguirla con esa sonrisa sin par, obligándolo, inconscientemente, a apresurar el paso.


También pronto entendí que emisarios de varios reinos menores subordinados al mío intentaban por subterfugios persuadir a la Dama, buscando controlar sus dominios. Si bien esa línea de conducta no me agradó, no podía oponerme a quienes eran mis aliados.


Tampoco parecía ella darse cuenta de la negra nube que iba cobrando forma, revelándose como una bandada de cuervos de oscuras alas que se desplazaba a su alrededor. Él tampoco les dio mayor entidad.

El paisaje fue cambiando bajo sus pies, y descubrió que sin darse cuenta, escalaban ahora una admirable montaña. Grande fue su sorpresa al escucharse a sí mismo cantando, cantando a la belleza del objeto de su persecución. Ya por aquel entonces no lograba olvidarse de su empresa ni siquiera por las noches y el recuerdo de su sonrisa se hacía presente a todas horas. También por aquel entonces entendió que la presencia de la negra bandada lo irritaba, y apretó aún más el paso, dispuesto a ahuyentarlos.


Así pasó el tiempo, sin nuevas de mis espías. Una noche, sin embargo, la blanca Dama se hizo presente, y permaneció a la vista esta vez tres días enteros. El hechizo que pesaba sobre mis ojos desde el episodio de las puertas se desvaneció, y el velo fue rasgado, o tal vez un conjuro más potente me dominaba. En todo caso, se reveló ante mí bajo una nueva luz. Más bien, toda ella parecía vestida de luz. Su tez nívea brillaba con calidez, y sus ojos centelleaban como el reflejo de la luna sobre el agua calma.


Lenta y gradualmente el relieve fue cambiando una vez más y ante ellos se fue presentando un bosque espinoso, cubierto por un velo espeso de niebla. Allí ella se detuvo por fin, los ojos de él parecieron abrirse, y pudo contemplarla, admirarla en todo su esplendor por vez primera. Vestía su color preferido, erguida con el porte de una hija de reyes. Ninguna joya del mundo puede compararse con el brillo de una estrella, y aún consciente de su falta de originalidad, se dijo a sí mismo que de la misma manera ni el oro más fino que se conozca podía compararse con el de sus cabellos. Sus ojos refulgían destellos de azul regocijo, y él descubrió que ninguna palabra le podría hacer justicia a su deslumbrante sonrisa.

Se supo perdido. Ignorarla ya no era opción, sabía que estaba condenado a no poder olvidarla.


Hipnotizado, comprendí que Ella era una maravilla por encima de las joyas de la tierra. Ordené a mis tropas que se preparasen, y me recosté contra un árbol, mis ojos fijos en Ella.


Suspiró, y de dispuso a reordenar su tambaleante posición. Esta vez lo hizo con más eficacia, y aunque en su intento anterior no había logrado abrir una brecha en las defensas enemigas, no dudaba más.


Mis legiones se formaron en silencio. Sin romper ese silencio se arrojaron con valentía contra las murallas de la ciudadela. Con desesperación, contemplé como se estrellaban como una ola furiosa contra un precipicio rocoso, sin hacerle daño alguno. Mis filas fueron destrozadas, era el final antes del verdadero principio.

Desperté agitado, aún al pie de aquel árbol. Había sido una advertencia: el ataque frontal, al menos por ahora, era inútil. Sería una batalla difícil y delicada, un mínimo error podía ser fatal. Sin embargo, las derrotas vergonzosas del pasado no habían sido estériles. Soy ahora un general más sabio y astuto.

Comandé que las tropas permaneciesen ocultas en el bosque circundante. Estableceríamos un sitio paciente, al amparo de los arboles, y realizaríamos pequeñas y calculadas excursiones buscando desgastar las defensas, y recordar nuestra presencia a los defensores, sembrando la duda en sus corazones.


Se vio tentado a reclamarla para sí, a lograr que su luz fuese suya y de nadie más. Nadie la apreciará como él, se decía a sí mismo. Pero el sentido común le decía otra cosa, lo atosigaba con interrogantes. ¿Se puede impedir que una estrella sea contemplada por muchos, aunque no la admiren como uno? ¿Es legítimo que alguien se adueñe de su brillo?

“¡Por supuesto que es legítimo!”, respondía su lado egoísta. “¡Yo la vi primero, solo yo entiendo su verdadero valor!” “Y aún así… ¿te está permitido? ¿Vale que te distraigas persiguiéndola, a pesar de tus responsabilidades?”. Llegado a este punto, su costado insensato permanecía en silencio.

“¡La merezco más que nadie!”, exclamaba luego, a falta de una mejor respuesta. “¿Existe hombre alguno que merezca el favor de una estrella? ¿No deberías olvidarla?” Y así, en esas líneas, el dialogo se iba eternizando, repitiéndose una y otra vez los mismos argumentos.

Sufrió en silencio mientras su mirada permanecía fija en ella, la incertidumbre desgastándolo de a poco.


Preparó para un nuevo ataque a todas sus fuerzas. En su mente aguda imaginó las siguientes movidas: involucraría todos sus recursos en el ataque, sin descuidar la defensa; en lugar de concentrarse ciegamente en la Reina rival iría enfocándose una por una en las fichas que la defendían; y solo cuando el golpe final fuese inminente arriesgaría a su Rey. Imaginaba detalladamente los movimientos a efectuar.


Empero, cuando no llevábamos más de una semana de esta rutina, mi mente ya se encontraba inquieta. No dudo que la estrategia sea inteligente, pero soy un ser por naturaleza impaciente. El tiempo empleado esperando se me hace tiempo perdido. Además no tengo la certeza de que retener mi ejército en un asedio que puede prolongarse indefinidamente sea lo correcto. Deben cumplir otras responsabilidades, también. Como si fuera poco, no sé que pensaran mis aliados si triunfo. Es verdad, mis espías me han revelado que esos intentos de conquista los realizan en diversas ciudades, buscando que alguna, cualquiera, caiga bajo sus engaños. Sé entonces que el interés por la pequeña ciudadela no es genuino, pero aún así pienso que se sentirán engañados si prevalezco donde ellos fracasaron. Cuánta razón tienen quienes dicen que la vida es un complicado juego de ajedrez.


De todas maneras, él sabía que sus dudas eran estériles, sus maquinaciones vanas. Ella, y sólo ella podía decidir a quién iluminar con su luz, y él solo podía hacer su mayor esfuerzo por ganarse su favor. Se dispuso entonces a obrar de esa manera. La lucha dependería de él. La victoria o la derrota, no.


En cuanto al final de esta historia, solo puedo imaginarlo. Tal vez sea derrotado sin siquiera intentar el asalto final. Tal vez ese asalto sea innecesario, y la ciudadela nos franquee el paso de buen grado. El desenlace que más imagino, sin embargo, es uno solo. Mis hombres y yo, una vez que el desgaste allá tenido efecto, atacaremos con bravía y lucharemos con ardor, las murallas no podrán detenernos, y al pie de la torre encontraré, sonriente, lo que busqué tanto tiempo.

No puedo predecir el final de la batalla, no, pero sí estoy seguro que si triunfo demostraré que los profetas estaban equivocados. Ella, la blanca Dama, princesa del Oeste, destruirá la tristeza que nace de un trono vacio, y con Ella a mi lado como reina de mi mundo, las tinieblas desaparecerán en el olvido.


Sonrió. Sí, era una buena estrategia. Adelantó su mano, tomó su ficha, y comenzó su juego…



Un juego de ajedrez, una persecución, y las invenciones épicas del perseguidor. O tal vez una historia épica, y los relatos metafóricos de su protagonista. O incluso... bue, interpreto que entienden la idea...

En fin, tres relatos que hablan de una misma búsqueda. Es una historia inconclusa, porque mi búsqueda también lo es.

En el Mar que nos Parió deje un texto nuevo, que queria subir aca, pero como estoy con la mac de mi vieja, no me deja copiar y pegar cosas en el cuadro de texto en el que escribi esto. Asi que si alguien quiere leerlo ya sabe el camino.






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lunes, julio 07, 2008

El Diamante Verde

Es difícil acallar esa voz que te acosa, te obliga y empuja a desear algo que no posees. Aquella noche fue vista en público por primera vez. Una presentación fugaz, casi accidentada, pero esos tres segundo bastaron para darme cuenta que me correspondía. Era única en su existencia, conocida como "El diamante verde", y su dueño era aquel tipo de gente que apenas podrías soñar con dirigirle la palabra, y en verdad nadie sabía mucho de el, ni su nombre, ni su edad, ni como la había obtenido y siendo un hombre elegante, de negocios y respetado por su enorme poder, en verdad era de temer.
Aquella noche me jugaría todas mis cartas.
Toqué la puerta y entré, me acerqué a la copa de vino y después de probarlo tomé asiento. Enfrente mío una mesa de apuestas, y del otro lado estaba el. Logré perfectamente disimular mi temor, el no debía saber que es lo que yo quería en verdad. Saqué de mi bolsillo un sobre y lo deje sobre la mesa, y encima de ella se depositaron todas mis fichas. Repartió las cartas y empezamos a jugar póker. Jugamos un par de manos antes de que el me dirigiera la palabra.
- No ha ganado ni una sola mano, ¿Cree poder sostener este juego con tan poco?
Respondí sencillamente con una sonrisa de simpatía y continúe jugando. No era mi noche de suerte, ya que había perdido mucho de lo que tenía, pero aun me conservaba dentro del juego e incluso logré cierta estabilidad durante un rato, ganaba casi lo que perdía, pero sin mejoras. Mi contrincante parecía dominar el azar.
- En verdad se nota que usted no ha jugado mucho a esto, y vista la situación voy a cambiar las reglas si me lo permite. Apostaré diez veces más de lo que usted apueste, tal vez así usted consiga lo que quiere.
Enmudecí. No contradeciría lo que el me decía, en el fondo estaba siendo beneficiado. Seguí jugando, pero aun con ventajas, seguía perdiendo. Mi desazón se hizo cada vez más grande, y mi cara comenzaba a debilitarse desvelando inoportunamente mi angustia y preocupación, y aunque mis fichas eran muchas, sentía que no pesaban tanto ni lograban su cometido. Cada vez mas el me tenía atado a su control, pero incluso su cara rindió una mueca burlona y una expresión de satisfacción.
- El día que me citó parecía algo muy serio para usted, y sin razones plausibles acepté verlo. Esta claro que desea algo mío.

- He oído que tiene todo lo que quiere. Se lo arrebata a los demás ganándoles en juegos de apuestas, a “todo o nada”, y así busco algo de usted de la misma manera.

- Mi amigo, veo en usted una preocupación grande, y me ha suscitado simpatía. ¿Hay algo que en verdad quiera pedirme?
- Si. Muéstreme al "Diamante verde".
Su expresión se tornó seria. Calló por un momento que pareció eterno, levanto la mano y el Diamante apareció. En verdad es lo mas conmovedor que he visto en mi vida, nada me ha suscitado tantos sentimientos. Sus ojos me tenían atrapado, cubiertos de una gran tristeza, pero en el interior reflejaban su verdadera intimidad. Dentro de esa inhumana jaula de finas barras, yacía recostada y su largo cabello parecía querer ocultar su rostro, que aun visible, encendía en mi profundos sentimientos difíciles de explicar.
Luego de una contemplación profunda quise tomar iniciativa en el juego, pero el anfitrión me miró fijo y severo, se paró y se sirvió whisky si decir nada, y al tomar asiento repartió las cartas con fuerza, inhibiendo mi determinación. Perdí esa mano y las siguientes tres.
Mantuvo las reglas modificadas por el y no le hizo falta cambiarlas para seguir aplastándome en ese juego, que tomaba cada vez más un ritmo muy difícil de seguir, logrando diezmar mi capital. Nuevamente me volví hacia ella y nuestras miradas se cruzaron. Mi corazón dio un salto violento, tan fuerte que mi cara se sonrojó y quité la vista, pero mi corazón no tardo en dar otro salto diferente del anterior. Este me obligo a mirarla y desvelarle lo que sentía por ella, y creo que intuyó mi sentimiento, hasta que sus ojos enternecedores mi sacaron una sonrisa. El anfitrión se paró como indignado.
- Creo que he sido muy generoso con usted, es momento de que hagamos un cambio. En la siguiente mano será usted en apostar diez veces más de lo que yo apueste, y espero que usted lo considere justo visto lo generoso que he sido.
Asentí suavemente aceptando su reto, sabía que le debía el cambio. Tomó las cartas y las repartió y la tomé con rapidez esperando salir victorioso. Mi contrincante apostó la décima parte de lo que aun me que quedaba. Al fin tenía unas cartas que valían la pena jugar y pidió ver mis cartas.
- Color, de corazones- dije satisfecho.
Levantando la vista lentamente y su mirada llena de orgullo acompañaron sus labios que anunciaban mi sentencia al decir - Full.

Mis ojos se cerraron, mi garganta se secó y mi corazón se detuvo. Había perdido todo lo que tenía y todo lo que quedaba de mi se había ido, no tenía mas nada que mostrar y mi contrincante no vaciló al tomar todas las fichas que estaban en frente mío, contarlas y apilarlas a su lado, armando grandes bloques que superaban su cabeza.
Cuando abrí los ojos la miré una ultima vez como despedida y vi en sus ojos que la tristeza reinaba nuevamente, dejando caer lagrimas inconsolables. Internamente me estaba muriendo por la culpa, y lo único que oía eran los incontables insultos que mi mente profesaba, y mientras me paraba miré la mesa y vi el sobre, lo ultimo que me había quedado en todo el mundo, lo que en verdad me pertenecía y por un momento volví a sentir que mi garganta se secaba mas aun, pero mi corazón empezó a latir con mucha fuerza.
- Si me lo permite, aun podemos jugar una mano mas- dije asustado.
- Explíquese.
- Usted cambio las reglas varias veces ya, y creo que ahora me toca a mí hacerlo. Solo que ahora yo elegiré que es lo que me llevó de usted, y usted se llevará lo quiera de mí.
El hombre sonrió con ironía, sabía que al fin le habían encendido en su corazón lo que más reinaba, la codicia. Una sonrisa se apoderó de su cara.
- Tomaré de ti lo único de valor que siempre has tenido, el sobre. Tu ¿Que quieres de mi, que pueda valer tanto?
- Yo tomaré de ti el "Diamante verde".
Me miró por un segundo y se sentó, asintió con la cabeza como si nada. Repartí las cartas y esperé a que realice sus cambios. Era mi turno de cambiar, y en mi mano nada parecía tener sentido y dudé, hasta que miré el sobre, y convencido cambié todas mis cartas sin mirarlas.
- Quiero ver- dije.
Cerró los ojos y bajó su mano.
- Póker de ases.
Lo miré a los ojos seriamente y levanté mis cartas por reflejo. No hizo falta que las mire, simplemente bajé mi mano diciendo: - Escalera de Diamantes.
El juego terminó en silencio y nos quedamos inmóviles los tres. Me paré por última vez y me acerqué a ella tendiéndole la mano. Tomó la mía y se paró mirándome fijo a los ojos sin poder expresar nada con sus labios, mientras que sus ojos bañados me agradecían, porque ella sabía que yo no deseaba ser su dueño, pero aun así se tendió al suelo como sometida. El hombre abandonó la habitación sin decir nada, y sin voluntad de hacer nada, como shockeado ante la situación. Me acurruqué al lado de ella diciendo:
- Ahora eres libre. Haz de tu vida un tesoro mayor del que aun eres. Tú no me debes nada.
- ¿Nada?- dijo ella sollozando.
- Si, es un regalo.
Me levanté del suelo y la ayudé a ella. Nos acercamos a la puerta y le cedí el paso para que saliera, y en ese instante sentí que algo aun faltaba. Tomé su mano antes de que saliera, y con la otra tomé el sobre y se lo entregué.
- Nada de lo que hice valdría algo si no te diera esto, porque en verdad no vine a librarte, sino a entregarte esto que soy.

Esperare su regreso.

sábado, junio 28, 2008

Instantes de eternidad

Me ves llegar, tu rostro se ilumina, y el mundo parece detenerse en un instante de eternidad; “do I love you now?”, cantan las voces en mi cabeza, pero nada que puedan decir me importa ahora, atontado, hipnotizado bajo tu hechizo (magnificado por el brillo profundo de tus ojos); mis pies no hayan suelo firme (¡Dios santo, debo estar flotando!), y las andanzas de un agricultor por tierras húngaras, una cálida noche, se hacen presentes en mi mente -esa gelatina informe de sensaciones confusas (todo por tu hermosa culpa)-; recuerdo también la anterior vez que este sinsentido se apoderó de mi (verde esmeralda, aquella vez) aunque es un recuerdo neblinoso, pálido, como todo lo que me rodea, porque tu presencia todo lo vuelve irreal, solo tu rostro se mantiene nítido; y entiendo ahora que en mi vida solo tiene sentido esperar que vuelvas a sonreír.



Aclaraciones:
use una técnica que suelo usar cuando no tengo inspiración: agarro alguna canción que me guste y escribo lo que me dispare... no estoy demasiado feliz con el resultado, pero estoy harto de no postear nada asi que lo tendrán que tolerar...
Esta vez, a diferencia de otras, use solo dos frases, de dos canciones distintas: la primera (por ahi el tano ya la saco) se llama Last drop falls, es de Sonata Arctica,
de esa cancion es la frase que cantan las voces en la mente (aunque no es la frase que disparo el texto, sino el verso que le sigue).
Explico lo del agricultor: La segunda frase es de Budapest, un temazo de Jethro Tull (que como por ahi saben, ademas de una tremenda banda, fue un agricultor inglés que algo invento para merecer ser recordado...)
Creo no deberles más explicaciones... escuchen esos temas (no tienen desperdicio) y van a entender mejor esto. Au revoir!

jueves, junio 19, 2008








Lacortinaenverdemaravillariamasdeunojoperdido. usteddebesaberdondeponersumiradaydequeformahacerlo. Nocualquieraesungranmirador, senecesitamuchapracticaysencillezdeobservador. Apuntefijamenteaunobjeto, pienselo, transformelo, agarrelo, apesardequeseaimposiblehagacomocuandoniñointentabaatraparelsol. Presionefuertementeconlayemadelosdedoshastaquecomienzealargarsujugo,
luegosopleydejequelassensacionesvuelenysediluyaenelaire.








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domingo, junio 08, 2008

La brecha

Quiero ir a la selva
e internarme en el ocaso
yendo en paz, así, despacio
y no importa el cuándo vuelva.

Quiero sacudirme en torrentes
de gritos desesperados
y poder hacerle frente
al denso cielo nublado
de tormentas que se ciernen.
Y no huyen.

Veo hoy de lejos la jungla
sacudida por mareas
veo voraces peleas
de quienes manejan las turbas.

Veo hoy todo desde lejos
sin palpar en piel la lluvia;
siento ya a mi vino añejo
y salvado mi pellejo...
y todos muertos allá afuera.

Dicen ellas, malas lenguas,
conjuros plagados de olvido,
murmuran axiomas extraños
que no atienden al herido.

Ea, pues, no es letra muerta,
lo que ellos han descripto;
es el hombre, y se reseca
cuando nadie oye su grito.

Es el Hombre, y sufre tanto,
alma viva en cuerpo muerto,
hoy a vos, hombre, te canto,
voz en selvas de cemento.

Vos, por brecha marginado,
voz de corazón despierto.

A veces veo cosas alrededor que me hacen cuestionarme muchas cosas... el sentir que uno es parte de y contribuye a ahondar esa brecha que tanto lastima a nuestra sociedad, el sentirse dormido en la comodidad y el sentir que la realidad reclama algo que no siempre llegamos a ver...
Cuántas veces entre tanto academicismo y teorías perdemos de vista que lo fundamental que requiere de nosotros el hombre no es un análisis cientificista, sino que el compromiso pleno... cuánto complicamos las cosas, siendo a veces más simple de lo que creemos.
Aunque por otro lado es bueno pensarlo, siempre tenemos a nuestro alcance algún cambio que lograr!

sábado, mayo 31, 2008

107



Si conociera tu nombre,

sin dudarlo un segundo,

te lo dedicaria”








El transporte público en la ciudad de Buenos Aires complica más de lo que soluciona. Las vidas se ven interceptadas por viejas carrocerías que detienen el paso de cualquier peatón en una simple senda peatonal, retrasan los destinos mas dispares e impiden que las vidas lleguen a cumplir todos sus objetivos. Los colectivos son un caso en especial, por lo menos para mí. Con el tren poco tengo que ver, mas que algunos viajes a La Plata que, por la poca regularidad, van cargados de una fantasía que se mezcla con el aire fresco del campo y el río y me hace olvidar los asientos incómodos, las mas de 2 horas de viajes, el frío o la tristeza. Los taxis no me gustan, los evito. Los siento como cápsulas para encerrararse por 20 minutos y 20 pesos. No encuentro satisfacción alguna en las conversaciones con los taxistas, no me interesa hablar de política, de fútbol, ni hacerle oídos sordos a las historias de los familiares del chofer. Al subte no le tengo fobia, al contrario. La magia de andar bajo tierra como lo haría un topo, la humedad, las puertas, las estaciones vacías y los vagones de madera, pero sin embargo me aburren, no hay paisajes, soles ni felicidades, solo oscuridad. Por todo esto suelo elegir los colectivos que, como enormes orugas, recorren la ciudad por sus mas superficiales entrañas. Los hay de todo tipo, nuevos, viejos, largos, cortos, iluminados, oscuros, cómodos, incómodos, cuidados, rotos, y así podría seguir toda la noche.

Prometen mil recorridos, mil ramales distintos que llevan a diferentes esperanzas, pasando por ricos y pobres, paseándonos por las más diferentes realidades.
Inevitablemente todas las mañanas me acerco a la parada. Para matar el tiempo de demora incorregible de las unidades desarrollé muchos juegos de diversas índoles: Sumo los números de línea, unidad, patente, de algún otro que pase, y si sale par, pago con monedas, si no, con billetes. Lo se, no es entretenido, pero en estos días de junio, que el frío aprieta mas de lo que hacen mis manos para combatirlo, es preferible pensar en otras cosas. También puede ser que intente contar cuantos taxis vacíos pasan por la esquina y que, tranquilamente, a cambio de unos pesos, me llevarían a la facultad en mucho menos tiempo. Otras atracciones de la espera son leer las letras pequeñas de los anuncios publicitarios, analizar a la gente de la cola, y otras más espontáneas que surgen ante el emergente aburrimiento.

Hoy no fue la excepción.

9:06AM. La parada, llena como siempre. La cola superaba el árbol, y se perdía en la esquina, mezclándose con los transeúntes de la avenida. El invierno hoy se presento ante nuestras narices y no alcanzaron las bufandas para tapar angustias y mocos pero, sin embargo, el sol brillaba explosivamente dorado. Suenan dos voces con acento español en mis oídos, o que por lo menos intentan serlo a pesar de su propia globalización. Pasa un colectivo lleno. Las manos duelen, el café no se calentó lo suficiente y mucho menos lo hizo conmigo, la clase seguro ya empezó. Otro colectivo lleno. Cambia el tema, ahora canta el de voz mas refinada, pasa un te con leche por al lado seguido constantemente del mozo receloso que lo persigue. La fila sigue creciendo y el descontento de quienes la integran también, yo ya me olvidé. Frena la unidad 636, capicúa, buena suerte para la clase de hoy, olvidando de que mi boleto termina en 1717.

Me siento a pesar del cartel celeste, embarazadas, ancianos, discapacitados, etc., etc., etc. igualmente me gusta sentirme indultado, llevo muchas cosas, quizás cojee cuando baje, o simplemente, ante las miradas acusadoras, me pare y me agarre firmemente al caño mientras miro las publicidades del techo, para ocultar mi enojo por deber ceder mi asiento.

El Coche no se lleno, todavía queda espacio entre las personas, pero arranco y se aleja de la fila que insulta con rabia al chofer y a toda su ascendencia. Cierro los ojos. Suena una guitarra, un piano y algunas palabras le recuerdan a una mujer que ¨de sobra sabe que es la primera y que por ella daría la vida entera...¨ Mientras, miro alrededor, la gente sentada, la gente parada, la gente, la gente, y ella.

Me miraba, ella me miraba. ¨Porque una casa sin ti es una emboscada¨ y yo no podía, ni siquiera pestañear. Respire. Simulando que miraba algo, cualquier cosa que estaba cerca de ella, moví la cabeza. Pero no, era imposible, mis ojos no mentirían como me lo hacia a mi mismo. Nada, nada que estuviera cerca suyo podía tener importancia, ni el mismísimo Sagrado Corazón de Jesús me importaría, porque, por vida podría volarse por la ventanilla que no dejaría de verla mirándome. El colectivo se detiene en el paso a nivel, el mundo se detiene ante un tren y yo me detenía ante ella, no podía romper la barrera, los dos metros, las tres personas, los mil suspiros que había entre medio, y ¨cena con velitas para dos, siempre es con otra mi amor, nunca contigo¨ ¿Por que?, quiero acercarme pero no me responde cuerpo, y mientras, tiempo se deshizo y tu mirada eliminó a todos. Ya no importaba que pasaba o que no, el sol pintaba el frío, la ciudad sonreía y yo también.







Una trilogia

Tres texos: Este que acá publico,


aca hay otro :..:...::.:.:
:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;:;;^¨:;:;_¨¨:;::¨;:¨; y aca esta el tercero
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