Extracto del diario de Meldaj, valiente Capitán del ejercito del Rey
24 días antes del solsticio de verano del año 1475.
Durante toda mi vida, he escrito mis pensamientos. Las palabras han sido vehículo para mis ideas. Esta vez, sin embargo, me propongo escribir mis sentimientos. Necesito hacerlo. Imperiosamente. Y esta vez no pretendan que el resultado sea algo coherente, porque muy probablemente no vaya a serlo.
Todo en mi se haya en paz, todo marcha bien en mi vida (es increíble la cantidad de batallas que hemos ganado), todo es alegría… excepto este “detalle” que me motiva a escribir.
He cometido el error más importante de mi vida, y no me puedo perdonar. Llegue tarde (demasiado tarde) a la mejor oportunidad de mi vida de ser feliz. Todo esto es culpa mía. Daría un reino por poder corregir ese error. Ah, si supieras lo que sufro, lo mucho que te quiero, lo mucho que te extraño, me darías otra oportunidad (o tal vez no… quién sabe). Si tan solo pudiese decirte lo que siento en este momento… pero no tengo esa oportunidad. No te interesa escuchar lo que tengo para decir, no ahora… amarnos a destiempo, ¡vaya ironía tan cruel!
Y si me escucharas, y me dijeses que si… sería feliz. Aunque si me rechazaras, no podría perdonarme nunca mi estupidez.
Vaya, necesitaba escribir, y ahora ya no se que más decir. No puedo darle forma a la gran mayoría de mis sentimientos. Pensar incluso que cualquier otro día no me hubiera gastado siquiera en plagar de paréntesis este texto lamentable. Lo hubiese quemado. Pero hoy no. Bienvenidos. Este es el costado más ¿emotivo? (bochornoso, más bien) de mi personalidad.
Ni siquiera sé cual es el propósito que me impulsa. Sinceramente no creo que vayas a leer esto. No intento convencerte de nada, pero me conformaría con que te quede alguna duda. Una duda pequeñita, una pequeña esperanza para mi.
Diantre que es cursi!! Prometo, el resto de la historia repunta, no es tan... asi! jaja esto es solo la primera mitad, paciencia!