martes, febrero 02, 2010

Vida y obra

Y con esto cierro el capítulo que acaso al final empezaré: caput, rigor mortis, c' est fini, hasta nunca, never, never more. Qué diablos, no duró nada. AVE VIDA, MORITURI TE SALUTANT. No hay con qué darle.
Nací pues en el año 15 después del parto. Sus ojos me dieron a luz, y yo vivo, tan vivo como cuando sonreía suspendido en el líquido amniótico de su voz. Parto natural, dos labios que se encuentran en un incesante alumbramiento, y una placenta de mil dulces palabras que alimentaban nuestro espíritu asido aún al hilo vital. Dos años tardamos en cortarlo, dos años de incesantes escapadas al vacío, y ay, nuestros cordones nos ataban a las dos puntas del abismo, vos en una cabeza de la hambrienta hidra y yo en su talón... pero llegaban esas noches, si la espera se ataviaba del traje de lo eterno, en que la furiosa bestia dormía, su cuerpo enrrollado en esa utópica e imposible unidad que tanto tocábamos con los dedos, y vos me mirabas, y mis tripas hacían lo propio, y se anudaban los cordones que otrora nos apresaran en la cínica distancia...
Y volamos, volamos cuando en el anudarnos con furia nos encontramos con nuestras sendas cadenas en la mano y ya marchitas, volamos despedidos por la furia de la bestia, furia umbilical cuando vio que nos había perdido para siempre.
Di mis primeros pasos en los tuyos, y los ruidos que juntos balbuceamos fueron mis únicas palabras dignas de ese nombre. Nuestra primer sonrisa a Mamá Vida, ella que jugaba con nosotros, ella que cruelmente nos fajaba para luego musitarnos atonales canciones de cuna, dormidos en el sueño del abrazo (y hoy es sólo en sueños que puedo ver tu rostro, lejos, siempre tan lejos).
Y un día viste el rastro del pasado, te miraste el ombligo y recordaste cosas que mejor olvidar, que la clase, y cómo semejante lady y que basta de tanta mugre. Y que no es de su nivel, señorita, usted entiende. Y en el ombligo te perdiste, se hundieron en él tus ojos para sumergirse detrás tu nariz, tu boca, tus brazos, el cuerpo entero, esa perversa espiral que en succión se hunde en sí misma e implota dejando no más que cenizas al viento, cenizas que respiro y me asfixian, detienen mi circulación, ennegrecen mis pómulos y me abra san la garganta, abrasar, y yo que te abrazaba con estas manos, paradojas de la dichosa Mamá Vida que ya de vieja vaya uno a saber a dónde irá a parar, y vos ahí, riendo mientras me quemás desde adentro, sos ceniza, no somos nada decían por ahí, y no, nada, nada me queda por buscar en estas condiciones, Ceniciento pero despachado (de hadas son sólo los cuentos) y de vuelta el maldito cordón pero anudado esta vez en mi garganta, ya podrido y colgando del vacío, absurdo estigma que tu amor mezquino no quiso derrotar, rigor mortis, caput, qué más.

Versión cuartetera: http://www.youtube.com/watch?v=s25pPs1o8fI (no me cabe mucho el link pero creo que es bastante gráfico)