viernes, marzo 07, 2008

La vida segun un miercoles








Si, porque no? rareza? acaso no se cruza todo el tiempo con paredes verdes, y con ladrillos viejos atestados de musgo?
Bueno, yo soy un poquito de eso, soy uno mas.
Esto es interesante, aunque para pocos. Nadie quiere escuchar hablar a algo de lo que únicamente la gente se acuerda cundo ensucia las tejas de su techo, mancha las paredes, o tapa parcial o totalmente una canaleta, desagüe o tubería.
No soy importante entre los míos. Criado y nacido en un barrio de clase media, en un casa bastante venida abajo (nadie deja que vivamos en barrios modernos) pero ahí estábamos todos bastante juntos, medio hacinados. Yo progrese, o por lo menos eso era lo que creía. Logre independizarme, me mude solo, a otro sector de la ciudad donde había... como es que la gente le llama... ah si!, chales!, muchos, de ladrillo visto, construcciones en las cuales éramos un lindo decorado, si es que no exageramos nuestras dimensiones, obviamente. Imagine, un lugar así es como un kiosco para un nene, o un cabaret para un soltero. Igualmente no todo era tan perfecto, pues en los kioscos se venden también libros y en los cabaret las mujeres no creen en la fidelidad. Acá compartíamos los huecos entre los ladrillos con las arañas, bichos bolita, gusanos, mortero, y todo la mugre que se les pueda ocurrir, pero, dentro de todo, era una buena vida. No se porque, pero en esta zona llovía mas, era un clima mas agradable, mucha humedad, yo brillaba radiantemente verde, era una locura verme por la tarde, cuando ya empezaba a secar todo, yo seguía apuntando al sol, para que todos me vean.
Mi casa era habitada por una familia común, bah, común para las que yo conozco que no son demasiadas. Eran un hombre y una mujer grandes, y un niño y una niña, pequeños por supuesto. De ellos no se mucho, los veía cuando salían y entraban y a los nenes en verano, que jugaban en la vereda. Así fue que en más de una ocasión recibí un pelotazo o me ensuciaron la cara con tiza. Pero eso solo ocurrió durante un tiempo.
Los años pasaron y el barrio fue cambiando. Nuevas casas, nuevas familias, nuevos autos, siempre la misma humedad. Mi casa estaba ahora vacía y así por un largo tiempo. Se mudaron a ella muchos bichos taladro, que rápidamente se ubicaron en las aberturas y en el techo y si que parecían disfrutarlo. La basura se acumulo en el porche y los otoños dejaban sus hojas tapando el marchito jardín. No se cuanto mas tiempo paso, pero ya las casas del cuadra empezaron a parecerse a la mía en el abandono, la suciedad y el olor. No parecía bueno, sobre todo porque ahora éramos muchos, por todas partes, moho en los techos, gusanos debajo de las hojas secas, hongos en los árboles y musgo, musgo entre todos los ladrillos, tanto que ya costaba apreciar el simétrico dibujo de la pared. El silencio lleno los espacios intransitables y la ausencia de todo lo lindo, se metió en cada rincón.
De un día para otro, unas maquinas amarillas, gigantescas revivieron las calles, las veredas se llenaron de hombres con cascos amarillos y grandes hojas de papel en las manos. Yo no entendía nada. Las casas empezaron a caer como lo hacen los árboles podridos. Les arrancaban las entrañas y con ellas sus habitantes y entre tanto ruido, maderas astilladas y revoques destruidos, vi que se acercaba uno de esos humanos, con su cara empapada de sudor, los ojos marrones que destellaban como quien disfruta de un buen vals o de un vino de colección entre amigos, que mas que amigos son colegas o hermanos, y lentamente se aproximaba y elevaba su masa, de cabeza negra cuadrada, que como todo aquello que mata guarda un poco de los restos de la victima anterior y el sol se reflejo en el brilloso mango de madera lustrada, que trajo a mi memoria los mejores tiempos de mi casa, los juegos por la tarde, las rayuelas en la vereda, la verja del jardín recién barnizada, y la masa que se acerca, los dientes se aprietan, verdugo y victima se hacen uno en el momento en que…
Caí. Ya nada se veía igual. Mejor dicho, ya no se veía nada. Estaba en la oscuridad, tapado por escombros. No se estaba tan mal, no se te olvide que soy un musgo. El caño roto de agua ayudaba bastante a sanar mis heridas y la falta de luz era un alivio a tanta exposición al sol del mediodía y así que me relaje por un rato largo. Deje de pensar en todo lo que había pasado, en el dolor y el sufrimiento, en las perdidas y al compás de las gotas, lentamente, me dormí.







Todo se remonta a la s ideas sin sentido, a las charlas de madrugada. Temas sencillos complicados. Como piensa o pensaria un musgo? un clavo? se puede rasgar el cielo? romper el mar? o simplemente, juntarlo con un dedo?
Dedicado a mi amiga Rosalba con quien hicimos un Blog: La vaca del tejado y es, moralmente, coautora de este texto.

4 comentarios:

Ignacio dijo...

guau! te has superado una vez más!
como el otro dia con franchi, hoy me toca decirte a vos que es la producción tuya que más me gusto.
felicitaciones compañero!

Franchi dijo...

Me gustó, porque es una idea la verdad que muy original. Aparte está muy bien contado... el musguito te termina cayendo simpático jeje. ¡Te felicito!

Franchi dijo...

Ah, pero una pregunta, ¿por qué es "según un miércoles"?

Facu dijo...

jejeje
segun un miercoles

porque lo empece el miercoles a la noche. sencillamente por eso.
tambien despues se desprende que es como la mitad de la semana, donde no empieza ni termina, una cosa rara, que no corta ni pincha.

tambien la idea de miercoles parte de ''consignas'' que nos ponemos con Rosalba en lavacadeltejado.blogspot.com y empezamos a crear partir de un mismo concepto o una misma idea y cada uno hace lo que siente o cree correcto y luego subimos los resultados.


mi texto fue ''La vida segun un miercoles''
y el de ella ''Pasajera en miercoles''