domingo, marzo 02, 2008

El camino

No veo el final del sendero. Es un camino largo... y con tantos obstáculos... ¿Cómo sortearlos? ¿Cómo llegar? ¿Nadie tiene una respuesta?
El eco de mis pensamientos repercute en mi mente, pero no; no hay respuesta. Me ilumina entonces una idea, una locura, pero tan factible... yo puedo. Solo. Sin nadie. ¡Si soy capaz de hacerlo por mi cuenta!
Reanudo mi caminar con la frente en alto, mirando todo desde arriba, pero en mi interior, los cimientos de la torre comienzan a resquebrajarse. La duda me embarga y me lleva lentamente ante un nuevo alto.
La alternativa... ¿Qué hacer frente a ella? ¿De qué forma sortear los obstáculos? ¿Cómo distinguir la manera correcta? Y, de ser encontrada, ¿Valdrá la pena ponerla en práctica?
-¡Pero yo solo doy abasto!- me grito a mí mismo- ¡Soy lo suficientemente bueno!
Empiezo a correr, pero no tardo en parar de vuelta, con un respingo. ¡Una encrucijada! Ahora sí que estoy en aprietos. ¿Por dónde debería ir?
Me desplomo, fatigado. A lo mejor si paro, el camino correrá solo.
Miro a mi izquierda y me sorprendo de ver que no estoy solo. Un peregrino como yo viene por el camino, silbando alegremente. Me descubre y se detiene.
-¡Hola!- dice con amabilidad- ¿Pasa algo, muchacho?
Lo miro sin entender y no respondo.
-Déjame darte una mano- añade. Y me tiende su robusto brazo. Pero me niego a darle el mío.
-Se ve que no sabes qué hacer... temes decidir. Pero la vida está hecha de decisiones, y por lo tanto debes afrontarlas.
Me aconseja así, de a poco, con cariño y comprensión. Se agacha para ponerse a mi altura y me ayuda a levantarme.
-Es difícil elegir el camino correcto – continúa-, pero debes hacerlo. Y esta opción no es siempre la más atractiva, pero es la que te hará mejor. Yo puedo darte una mano si quieres, pero hace falta tu consentimiento. Para eso, primero es necesario que sepas reconocer tus flaquezas... ¿Cómo puedes recibir una ayuda que no crees necesaria? Ven. Caminemos juntos.
¡Qué sabias sus palabras! Tiene razón. No puedo hacerlo todo por mi cuenta. A veces necesito ayuda, y hoy la acepto.
Miro los tres caminos, y siento miedo. Me muerdo el labio. Entonces, una mano se posa en mi hombro y comprendo. La única forma de terminar el sendero es caminando.
Miro a mi amigo y, con una renovada esperanza, reemprendemos el viaje.

Lo escribí hará unos años, cuando me pidieron que pusiera en letras lo que era para mí un buen maestro. Sé que vengo medio monotemático, pero es un cuento que me gusta y que quería compartir.

2 comentarios:

Facu dijo...

me hizo acordar a el famoso PISADAS EN LA ARENA. lo siento como un tema trillado y resuelto igual que siempre. no se, a mi medio como que este tipo de textos de autoayuda espiritual me cuestan mucho. ya conocen mi posicion frente al lenguaje para la escritura, y yo siento que si me encuentro con alguien en el camino lo ultimo que voy a decir es: ''¡Una encrucijada! Ahora sí que estoy en aprietos'' o por lo menos no de esa forma.
otra cosita es que al principi en la parte que dce que se cae y se levanta y se vuelve a caer y se vuelve a levantar, lo senti como muy resumido como que ni bien se paro ya se cayo de vuelta y enseguida se vuelve a parar, todo muy rapido, muy vertiginoso sin serlo.

no se, esta version tuya de Mamerto Menapace como que no me llena, creo que tees un gran potencial y que podes romper con las escrituras tipicas.

Ignacio dijo...

bueno, esto ya es un repunte. A grandes rasgos, me gusto, aunque comparto un poco lo dicho por facu.
Igual, insisto, me gusto.