miércoles, marzo 05, 2008

El silencio

¿Cómo se llegó a tal desastre? ¿Cómo fue que aquello que parecía en un principio inofensivo terminó resultando en este horror? Mil veces me he cuestionado lo mismo y mil veces he recibido la misma respuesta. El silencio. Un silencio devastador y terrible, más cruel que los gritos de cien harpías, pues aquello que él no cubre, lo cubren las sombras. Sin embargo, y luego de horas y horas de permanecer sentado en mi escritorio, viendo las pálidas gotas de lluvia estremecerse contra mi ventana a la luz trémula de la vela –imposible concebir la subsistencia de la luz eléctrica por estos días-, los recuerdos han ido anudando un breve suspiro que tal vez, pese a su humilde origen humano y a lo insignificante que resulta frente a las Voces Verdaderas, pueda llegar a aclarar un poco las cosas. Quién sabe. Mi camino ya está desplegado frente a mí; ya tengo mi misión. Me limitaré entonces a cumplirla.
Pocas serían las páginas que podría llenar si plasmara en ellas todo el contenido de mi memoria, pues algo ha sabido irla tapando quién sabe cómo. El llanto, la sinrazón, la locura de la destrucción evidente pero sorpresiva… no sé, simplemente no sé, y ninguna de las diversas explicaciones que me han dado los pocos compañeros que me quedan termina de perfilar una historia convincente. Y sin embargo, pese a haber olvidado tanto, aún mi mente recuerda, y los pocos vestigios que quedan de mi pasado son funestos. No hay otra forma de decirlo. Es por esto que no ceso de agradecer el tener mi memoria limitada; quién sabe qué otros horrores podría hallar yo en ese oscuro arcón. No quiero, pues, prolongar de modo excesivo mi sufrir, por lo cual mi relato será breve y conciso. Lo poco que recuerdo quedará grabado en el recuerdo de los siglos a través de estas páginas. Tal vez resulte útil para evitar tanto dolor de vuelta, y tanta oscuridad.
Mis primeras imágenes se remontan a una época distinta. Recuerdo, en primer lugar, el poder pasearme constantemente bajo una luz fuerte y blanca, demasiado diferente de los débiles rayos que hoy se filtran a través del espeso cielo. Tengo la impresión, asimismo, de que los ríos no siempre fueron grises, y de que esa sustancia ardiente y ácida que nos vemos forzados a hacer pasar por nuestras gargantas fue alguna vez suave y fresca, incluso tal vez cristalina. Pero todo eso parece tan lejano, tan distante, tan utópico, que no han de ser más que resabios de alguna ilusión inconsciente, de algún sueño perdido. Son demasiado reales para ser parte de esta realidad.
Me veo, pues, caminando por ese mundo extraño, por ese mundo distinto, al lado de un hombre fornido y calvo, alguien bastante parecido a mí, alguien que podría incluso ser de mi misma línea familiar. Pero es tan confuso el recuerdo y es tan ausente su imagen que me veo imposibilitado de decir esto con certeza.
Heme aquí, entonces, con el hombre calvo y de facciones rígidas y duras. Porta en su uniforme azul marino un sencillo y significativo estandarte, símbolo de una nación entera cuyo nombre no acierto a acordarme, nación cuya bandera dejó de flamear hace tiempo. De todas formas, hoy la única bandera que reina es la del caos, y es abrumador el contraste entre las ruinas que hoy nos rodean y la magnificencia de los edificios que creo recordar. Es en uno de ellos, rodeado de hombres armados y cubiertos de extrañas armaduras, que me interno con mi extraña compañía.
Desde aquí las imágenes se vuelven confusas, ininteligibles. Sólo acierto a oír un vozarrón potente y frío dando órdenes desesperadas y una alarma que anuncia la proximidad de la batalla. Miro a mi progenitor –o como quiera llamárselo-, que se limita a sonreírme y me muestra un tablero enorme. Es cosa de niños, dice señalando un botón. Aprietas y asunto olvidado.
Asunto olvidado. Cuántas veces he deseado que todo esto cayera en el olvido. Y sin embargo, es un hecho imposible. Esta destrucción que me rodea no es un juego, no es un recuerdo, no es una ilusión falsa, no es un mero contraste de ideologías. No… esto que me rodea es la realidad, esa realidad destruida y mutilada que, según me susurra mi conciencia en las noches más oscuras, yo colaboré a construir. Es aquí donde estamos hoy, y es algo muy lejano de ese “asunto olvidado”. Imposible olvidar lo que es moneda corriente del hoy, lo que es parte ya de la vida cotidiana. Imposible olvidar el alud de muerte y enfermedad que provocó ese juego de niños. Imposible dejar de lado el absurdo y la destrucción que desencadenó una lucha infértil y sediciosa, sin traer ninguna mejora verdadera, al igual que todas las luchas que usaron como motor de cambio la violencia. A veces desearía que la realidad fuera recuerdo, y que el mundo lejano que a veces imagino fuera real. Me siento tan desamparado, tan solo… no creo que me quede mucho tiempo aquí. Mas no quiero dar el último suspiro sin haber luchado por un cambio, y es por eso que dejo este testimonio. Para quien quiera leerlo. Para quien quiera algo distinto. Un lugar fuerte, seguro, en que toda violencia sea sólo una mala huella del pasado, un silencio ahogado por un grito de alegría. Ése es mi consuelo.
Y sin embargo, y hasta el último de mis días, mi conciencia me seguirá recriminando el haber obedecido a esa voz seductora y siniestra, a esa voz que con un dedo tentador me indujo a apretar ese condenado botón. Aún recuerdo las voces de elogio antes del desesperante resultado… aún hoy, cosa increíble, están nítidas sus exclamaciones de triunfo y un susurro que aún hoy me petrifica:
“Ya se los has dado de probar a nuestro plato fuerte… veremos qué dicen ahora. Veremos qué respuesta tienen frente a esto… el poder nuclear los silenciará de una vez por todas.”
Silencio que hoy está por romperse.

Dirigido, de un modo muy especial y con el debido respeto, a quienes optan por la violencia a la hora de dirigir nuestros destinos.


Aunque lo escribí hace un par de años, viene al pelo como para Huguito, Alvarín y compañía… ojalá que tomen conciencia y se dejen de joder con la vida de otros.

6 comentarios:

Ignacio dijo...

Soberbio! Genial! Brillante!
No se me ocurren adjetivos que le hagan justicia, fue la mejor entrada (a mi gusto) del blog hasta ahora.
mis felicitaciones, maestro! jaja

Franchi dijo...

Jajaja bancala! No pa tanto... igual gracias:P

Facu dijo...

me gusto, me parecio interesante es mas me hizo acordar mucho a El Eternauta, que si no la leiste, te la recomiendo.
lo que quiero remarcar y yo se que ya estoy re pesado con esto pero me hace ruido cada vez que lo leo en los diferentes textos:

'' a cuyo nombre no acierto a acordarme''
''
es ese espa;o protocolar que solamente usan para hablar alrededor de 500 mil personas en mundo unicamente, que no creo que una persona en pena lo use.

ya ca va la otra cosa que medio no se, no me gusto o me sono a cruzado. el chaboncito, que flor de boludo si no sabia lo que iba a pasar si apretaba el boton, o tredemdo garca si lo era consciente, despues de que todo ya paso, se arrepiente. hasta ahi todo bien, pero que no me venga a decir ahi que quiere hacer algo por el cambio, que quiere que su ultimo suspiro sirva de algo, porque lo veo como quien lava sus culpascon peque;as limosnas!

con respecto al texto en si, como que repite mucho su inconciencia, como que a veces varias veces por parrafo.

bueno, esta es mi modesta critica, obviamente tambien criticable, como para rellenar el vacio de critiva negativa que dejo el comentario de ignacio


RECOMENDACION: EL ETERNAUTA

Facu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Franchi dijo...

jaja gracias facu... lo de la frase española, q ué se yo, a veces escribo así, como medio formal... casi que depende del día.
Respecto a lo del chabón, sí, es medio brusco el cambio... pero casi que es "otra persona", medio que la idea del cuento es que fue tan terrible lo que pasó que el pibe está amnésico o algo así, y lo que se acuerda de esa época son sólo imágenes que le hacen reconstruir que algo tuvo que ver en la cuestión. Era consciente de lo que estaba haciendo al apretar el botón (no sé si de lo fatal de las consecuencias), pero el pibe que está contando las cosas se acuerda muy poco de lo que le pasaba por su cabeza en ese entonces.
De todas formas, emmm, no sé, si bien es un minicambio al lado del tamaño error, el chabón está algo así como "convertido", etc.
Puede ser que me haya ido medio lejos con las repeticiones, pero también la idea es que esté cerca de un monólogo (no pretende serlo igual... más como una entrada de diario), y al pibe le da tantas vueltas por la cabeza esa cuestión qu casi que naturalmente aparece repetida.

Tano dijo...

QUE CAPO!!!... no se porq lo leí recien hoy, pero me facinó... la verda qeu es genial... de lo mejor del blog