Sebastián abrió la puerta, preguntándose quien podría ser a esas horas. La respuesta lo hizo empalidecer. No, no era posible… Rodrigo esperaba bajo el dintel, con rostro inexpresivo. ¡Pero si estaba muerto! Sebastián mismo se había asegurado, se había encargado de que así fuera. Lo había asesinado cruelmente, a traición, y había logrado escapar de las sospechas. Había sido un crimen perfecto, hasta ese momento. Ahora, su víctima volvía de entre los muertos, tal vez para vengarse, tal vez para hacerlo confesar, tal vez para llevarlo con él.
El asesino estaba atontado, tembloroso y transpirado. Un espectáculo patético, sin dudas. A su mente volvían los recuerdos, las imágenes de aquel día nublado en que finalmente se decidió a matar a su odiado primo, luego de haber planeado hasta el más insignificante detalle. Por supuesto, que el muerto tocara el timbre de su casa unas pocas semanas después no era parte del plan.
Si hubiera podido moverse, se habría arrojado a los pies de su primo, pidiendo misericordia (la dignidad no significaba mucho para él), pero su cuerpo petrificado no se lo permitía.
Después de unos instantes de silencio que parecieron prologarse eternamente, Rodrigo hablo:
- Che, ¿no tenés algo para comer? ¡Me estoy muriendo de hambre!
4 comentarios:
Ta bueno, corto, claro, bien contado. Me gusto. Y el final bastante tuyo.
AJJAJAAJAJA a mi tamb me gusto rapido y medio pedorro!.. peroo suficientemente buena onda!.. AJAJAJAJ falta la bateria en elfinal haciendo..: taran tan pss!
ajajajjaja
marr. marmelada
Muy bueno, y cieerto, muy de tu estilo. Si entra en tus planes, tiene potencial si lo querés hacer más largo y desarrollado.
esa! buen final!
el problema es que yo pense que era Rodrigo el cantante el que estaba muerto, seria una historia interesante!
Publicar un comentario